El PSPV, como el Circo del Sol, renueva permanentemente su espectáculo. El de ayer fue de nota. La fractura interna crónica, desde que perdió la Generalitat hace 16 años, y el empeño de todas las familias en fijar posición y marcar músculo de cara al congreso nacional —que ha de reelegir a Alarte o relevarlo a finales de marzo en Alicante— hizo reventar la delegación de 87 miembros, que quería participar en los debates con cinco portavoces. Un «despropósito» y un «espectáculo innecesario», admitieron dirigentes muy contrariados por la imagen que daba la organización. Hasta tal punto resultaba chocante que Ferraz tuvo que intervenir para abortar el esperpento.

El presidente del congreso, José Antonio Griñán, y el secretario de organización federal, Marcelino Iglesias, actuaron «in extremis», cuando ya estaban interviniendo los representantes de cada territorio, para impedir que hablaran cinco y sólo permitió dos actuaciones: la de Alarte, que defendió el sí a la gestión de Zapatero, y la de Manolo Mata, por el no. Ximo Puig, Ana Barceló y Francesc Romeu tuvieron que renunciar a la palabra

Ferraz frenó a los dirigentes de un PSPV que ha perdido 6.000 militantes y ha pasado —con sus 20.232 fieles, según la cifra oficial— de ser la segunda a convertirse en la cuarta federación. Tiene el 9% de los afiliados del PSOE, pero querían copar el 20% de los 27 turnos que concedió la mesa del congreso.

Los deberes no estaban hechos

Sin margen para consensuar una delegación unica, los representantes del PSPV llegaron a Sevilla sin haberse reunido en dos semanas para elegir portavoz y negociar posiciones. Fue el propio Jorge Alarte quien retrasó la convocatoria cuanto pudo para evitar que se evidenciara de nuevo que está en minoría. Ayer, una hora antes de arrancar el congreso, mientras los partidarios de Rubalcaba luchaban para frenar la inercia de cambio que sobrevuela a los 956 delegados y el equipo de Chacón preparaba la entrada en el hotel, los socialistas valencianos se encerraron en la sala número 2 a rematar el guión de su actuación vespertina.

Los delegados avalaron el acuerdo de pentaportavocía pactado previamente por Alarte con los cabezas de lista en la elección de delegados y jefes de los clanes: Puig, Mata, Barceló, Ciscar, Romeu o José Manuel Orengo.

Se ató el acuerdo precocinado la noche anterior y que la dirección federal tiró a la papelera. Pensaban intervenir: Ximo Puig, por Castelló; Ana Barceló, por Alicante y Jorge Alarte, por Valencia, a favor del sí a la gestión de Zapatero. Sólo quedaba margen para abanderar el no. Y ahí se apuntó, como había anunciado, Manuel Mata, quien quería hacerse visible como candidato a liderar el PSPV desde la plataforma «Esperança Socialista». Como la palabra se concede por provincias y en Valencia ya estaba copado el sí y el no, a Francesc Romeu, que también aspira a relevar a Alarte, sólo le quedaba margen para defender la abstención al informe de gestión de la ejecutiva de Zapatero, que hoy caduca. En la abstención se enroló Romeu.

El alcalde de Morella le reprochó que alguien que ha sido alto cargo en el Gobierno —en Renfe— no defendiera el sí. Por fortuna para el PSPV, los estatutos no contemplan la posibilidad de enarbolar ante el pleno la bandera del «no sabe, no contesta». En realidad, los partidarios del sí a Zapatero tampoco rezumaban entusiasmo. Empezando por Alarte. Nunca antes una delegación valenciana en un congreso federal había elegido con cinco portavoces. Solamente el exalcalde de Gandia José Manuel Orengo renunció a sus cinco minutos de gloria. De haber querido intervenir, como cabeza de la lista más votada en Valencia, habría podido impedir a Alarte hablar. De hecho, el secretario federal de organización, Marcelino Iglesias, trasladó horas antes que efectivamente Orengo tenía preferencia si forzaba la máquina.

Romeu no aplaude a Zapatero

Francesc Romeu actuó en consecuencia con no a l gestión y fue de los contados, si no el único, que no se levantó a aplaudir a Zapatero cuando acabó su discurso ante el plenario. Por la mañana, el expresidente goleó a Felipe González en el aplausímetro cuando ambos fueron citados. Un indicador por cierto, de la clara ventaja que parece llevar Chacón sobre Rubalcaba, el candidato recomendado por Felipe. Por la tarde ZP cosechó su segundo éxito al arrancar más de dos minutos de aplausos con el público puesto en pie. Ya se sabe que los homenajes póstumos son siempre los más sentidos y sinceros.

Durante toda la jornada de ayer y hasta bien entrada la noche, los partidarios de Chacón en la Comunitat Valenciana, con Ximo Puig al frente, echaron el resto para intentar conquistar apoyos a Rubalcaba entre los delegados elegidos en las listas de Luna, en Alicante, y Alarte, en Valencia. Dicho de otra forma, para agrandar la minoría alartista y poner al secretario general del PSPV contra las cuerdas.

Algunas fuentes consultadas por este diario apuntaban una ventaja de Chacón más holgada de lo previsto. La entrada de Rodolfo Ares (dirigente del PSE) en la sala de prensa para informar de que Rubalcaba tiene atada la victoria sonó incluso a intento a la desesperada de generar una corriente a favor de caballo supuestamente ganador.