Un brigada de Infantería del Regimiento de Inteligencia número 1 de Valencia ha denunciado por acoso laboral a los mandos de su unidad tras impedirle trabajar con aviones espías. El militar logró un puesto de trabajo como técnico de vehículos aéreos no tripulados, pero acabó preparando chuletadas para la compañía. El denunciante, que ingresó en el Ejército hace veinte años, ha reclamado a Defensa una indemnización de 24.190 euros.

El militar profesional se presentó en el Regimiento de Inteligencia para cubrir su plaza el 2 de junio de 2008, pero fue destinado a la compañía de Patrullas. El brigada solicitó por escrito a su mando que le permitiera trabajar con los aviones espía. El teniente coronel le contestó que "la unidad de vehículos aéreos no tripulados no existía en Valencia" ya que las aeronaves estaban de misiones en Afganistán.

El suboficial formuló nuevas quejas a sus superiores sin obtener respuesta. En las reclamaciones, según consta en la denuncia que ha presentado el abogado Francisco Hernández Sánchez, puso de manifiesto "su disgusto profesional por no ser destinado al puesto de trabajo específico que solicitó voluntariamente y en el que quería servir con ilusión. Tan solo deseaba profundizar en el aprendizaje de las nuevas técnicas de aviones no tripulados que se utilizan en las misiones internacionales en las que participa España".

Según la denuncia, la primera situación de acoso laboral se produjo entre los días 15 y 19 de diciembre de 2008 durante unas maniobras. Una teniente le responsabilizó de la administración de la cocina y le ordenó que preparara para la compañía "una chuletada de fin de ejercicio" sin que hubiera presupuesto para comprar la carne. El suboficial, siempre según su versión, le advirtió a la teniente de que no disponían de dinero y ella le contestó: "Ya se pagará como sea". El denunciante puso trescientos euros de su bolsillo y después tuvo problemas para recuperarlos tras ser acusado de "mala gestión".

El brigada de Infantería puso en conocimiento de sus superiores la situación, pero no obtuvo ayuda. "Los hechos no fueron investigados y dieron lugar a varios intentos de represalia de la teniente, que en ese intervalo de tiempo fue ascendida a capitana". El denunciante fue castigado con cuatro días de arresto, aunque logró al final recuperar los 300 euros de la chuletada tras interponer varias quejas contra sus susperiores.

El suboficial fundamenta su denuncia de acoso en que le obligaron a cumplir órdenes sin proporcionarle los medios necesarios (preparar una chuletada sin dinero), en que fue arrestado por reclamar los 300 euros y en que a partir de ese momento sus mandos iniciaron una campaña de "hostigamiento psicológico". El brigada cierra su reclamación incidiendo en que se siente engañado por no ocupar el puesto de trabajo que figuraba en su destino y lamenta que lo han dejado "solo, indefenso, ninguneado por la cadena de mando y perseguido por sus superiores". Además, asegura que su carrera militar ha sido cercenada y que se siente "humillado y despreciado".

Los responsables de la unidad eludieron dar su versión tras alegar que era un asunto "confidencial", según indicó un portavoz.

Pensión por acoso a otro militar

El Tribunal Superior de Justicia de Madrid ha concedido una pensión a un exsoldado del Ejército del Aire por el acoso laboral que sufrió en la base militar de Aitana. El exprofesional denunció que un teniente lo estuvo acosando durante dos años. El caso lo acaba de ganar el abogado valenciano Francisco Hernández Sánchez, que también lleva el asunto del suboficial de los aviones no tripulados. En el caso de Aitana, el denunciante ingresó en las Fuerzas Armadas en enero de 2004 y desde 2008 comenzó a sufrir una depresión por "el continuo acoso que sufrió por parte del teniente". Un psiquiatra certificó que la fobia que tiene el exsoldado al Ejército "está desencadenada por la gravedad" de las presiones que padeció. El informe psiquiátrico incidió en que el demandante vivió una situación de "humillación y degradación". La sala considera acreditado el acoso que durante dos años soportó el exmilitar y lamenta que la Administración no abrió en ningún momento una investigación a pesar de las constantes denuncias del exsoldado. Los magistrados inciden en el fallo en que las bajas por depresión del denunciante coinciden "con el acoso laboral" que padeció y destacan que antes era una persona sin problemas mentales. La sentencia recoge que el exmilitar sufre una discapacidad del cincuenta por ciento y reconoce el derecho a percibir una pensión que no cuantifica.