Una ingesta abundante de alcohol de alta graduación y las gélidas temperaturas que envolvieron Valencia en la madrugada de ayer parecen esconderse detrás de la muerte de dos indigentes que fueron encontrados sin vida de buena mañana en un edificio abandonado del número 12 de la avenida del Puerto. La compañera de uno de ellos, una mujer de 35 años, se salvó, aunque está grave en el Hospital Clínico, gracias a la inesperada visita de una amiga de los tres, que dio la voz de alarma al toparse con la dramática escena y propició el rescate de la mujer. Con los fallecidos ayer, son ya tres las personas muertas en España -todas ellas en Valencia- como consecuencia de la doble ola de frío que azota el país desde que comenzó febrero. La primera víctima de la caída de las temperaturas, tal como adelantó la semana pasada Levante-EMV, fue una mujer de origen brasileño que fue hallada muerta en Chiva, detrás del cementerio municipal.

La alerta saltó ayer en Valencia poco después de las nueve y media de la mañana. Una mujer con el rostro cubierto de lágrimas y presa de un fuerte nerviosismo acudió en busca de ayuda a un hotel de lujo cercano, sito en el Paseo de la Alameda. Entre sollozos, les explicó que había "dos o tres personas muertas" en una casa próxima. Se refería a un sórdido inmueble, deshabitado desde hace años y convertido en refugio último de personas sin hogar, que sobrevive de manera inexplicable en una manzana dominada por edificios de vanguardia, fachadas de cristal y acero y un hotel de cinco estrellas.

Responsables del establecimiento hotelero del Paseo de la Alameda llamaron de inmediato al 091, y la Policía Nacional envió un coche patrulla. Para entonces, la denunciante ya había desaparecido. Los primeros agentes entraron como lo suelen hacer los indigentes, saltando un muro posterior de cuatro metros, dado que todos los accesos a la finca llevan tiempo tapiados para tratar de evitar, al parecer sin éxito, su ocupación.

Al llegar a la tercera planta, se encontraron con los cadáveres de los dos hombres, cada uno en un colchón. Además, había una mujer en estado semiinconsciente, tumbada en una de las improvisadas camas. Al ver que ella aún tenía pulso, pidieron con urgencia una ambulancia del SAMU.

La policía pidió colaboración a los bomberos de Valencia, quienes, con el brazo articulado, fueron izando en distintas tandas a los agentes de la Policía Científica, a los de Homicidios, al forense y al equipo sanitario del SAMU. "El acceso se podría haber realizado por la escalera, pero, al carecer de barandilla, había mucho riesgo y podía darnos muchos problemas en una maniobra de rescate tan compleja, así que hemos utilizado el vehículo de altura", explicó el sargento de bomberos Julián Blasco.

La policía y el forense observaron pronto que no había señales de violencia en los cadáveres, lo que, a priori, descartaba la posibilidad de un homicidio doble. Además, en la vivienda que ocupaban los dos hombres y la mujer había numerosas botellas -la mayoría de vodka- vacías, algunas de ellas en la misma estancia donde estaban los fallecidos, y que utilizaban a modo de dormitorio pese a que daba al callejón de la calle Carles, la más umbría, y a que los cristales rotos de su única ventana dejaban entrar el frío viento del exterior. Además de las botellas, la policía encontró algunas jeringuillas, por lo que el forense también deberá valorar si el consumo de drogas ha influido en las muertes.

Tanto los fallecidos como la mujer hospitalizada están identificados, ya que había documentación de ellos en la vivienda. Se trata de tres inmigrantes de origen lituano, de entre 35 y 46 años. "Salían cada mañana sobre las nueve y pico y volvían por la tarde-noche, aunque a veces se iban por ahí. Por la mañana se lavaban en la fuente del parquecito que hay detrás y, como mucho, te pedían un cigarro, pero iban bien vestidos y no le hacían mal a nadie. Es una pena, de verdad. ¡Pobres!", lamenta un vecino jubilado que solía cruzarse cada día con ellos en sus paseos por el barrio.