Del Senia al Segura ha sido, durante 35 años, la editorial por excelencia del blaverismo. Su faro literario, con más de un centenar de libros publicados en el valenciano secesionista de la Real Acadèmia de Cultura Valenciana (RACV). Ahora, este buque insignia cultural del regionalismo -impulsado por Xavier Casp y con un papel destacado en la Batalla de Valencia-, pliega sus velas.

La editorial ha entrado en proceso de liquidación y en la práctica ya está inactiva. ¿La crisis económica? ¿El retroceso del secesionismo lingüístico? ¿La pérdida de adeptos al valencianismo tricolor? Todo esos motivos han influido, es evidente. Pero la causa definitiva del cierre ha sido la jubilación de su editor, Pere Astillero, con 66 años cumplidos y presente en la editorial desde 1977.

En los estantes de las bibliotecas públicas y particulares quedan ya sus libros: L'Antigor; Gramàtica de la Llengua Valenciana; el Diccionari de la RACV; Festes, Costums i tradicions valencianes; Conquista y repoblación del Reino de ValenciaÉ Y, dentro de ellos, unas tesis ideológicas que convergían en la misma dirección que ahora recuerda con orgullo el editor Pere Astillero: "Al margen de lo poco que editaban Lo Rat Penat y la propia RACV, fuimos los únicos que publicábamos libros escritos en el valenciano que habla el pueblo y siguiendo la normativa de la RACV. Y la gente me decía: "¡Es que los libros que tú publicas los entendemos perfectamente, y los otros no los entendemos!". Nosotros seguíamos una línea que, a nuestro entender, era la más correcta a la hora de escribir para valencianos, no para catalanes", asegura el editor.

El poeta Xavier Casp (1915-2004), que en la Transición se convirtió al blaverismo para ser su intelectual de cabecera durante un cuarto de siglo, fue el asesor literario de Del Senia al Segura. "Era un personaje impresionante y lo tuvimos como buque insignia lógico. Estuvimos trabajando juntos a diario durante más de 20 años, y yo sé lo que hemos sufrido para sacar esto adelante".

Con el orgullo de quien habla de sus libros como "hijos" propios, Pere Astillero presume de tiradas de hasta 10.000 ejemplares y de algunos logros como la edición de un Tirant lo Blanch completo para el que tuvieron que consultar la edición que se conserva en Nueva York y así poder sacar a la venta, dice, "el único Tirant lo Blanch del mundo que está completo, como especifica una nota de la editorial". También destaca la edición de "un facsímil del Tirant en tres volúmenes, obra de Amparo Cabanes, que recibió el Premio Nacional de Edición de toda España". Continuaron con la edición de otros clásicos como el Vita Christi (1980), la obra de Roís de Corella (1985), L'Espill (1990), los FursÉ

"¿En la clandestinidad?"

En la cara amarga, Pere Astillero reprocha las "dificultades" contras las que luchó. Y cuenta algunas anécdotas de época. "La Conselleria de Cultura, en la época de Lerma y Císcar, daba subvenciones en forma de compra de libros a las editoriales valencianas. A mí se me negaron varios años porque no estaban escritos en la normativa que había adoptado la Generalitat. Yo los llevé a los tribunales y el Tribunal Supremo me dio la razón. Así, la Generalitat -ya había entrado el PP- no tuvo más remedio que comprarme libros, como en otra ocasión no tuvo más remedio que invitarme a una feria de editoriales valencianas de la que me habían excluido". "En la clandestinidad nunca me he sentido -responde-, pero es cierto que nunca he estado reconocido como un editor más".

"Di a Valencia lo que necesitaba"

Aunque sus libros "no eran recomendados ni en colegios, ni en institutos ni en universidades", Pere Astillero afirma que consiguió que sus obras estuvieran "en todas las principales librerías y bibliotecas, aunque nos costara pegar muchas patadas".

Él asegura que la editorial le ha costado "mucho dinero y muchas horas de trabajo". ¿Y ha merecido la pena? "Sí, moralmente ha merecido la pena -contesta- porque le he dado a Valencia algo que no tenía y necesitaba sin esperar nada a cambio. La gente reconocerá que era una vía que estaba ahí, ¡que estaba no, que aún está ahí y que continuará estando!, la del valenciano que hablamos los valencianos".

Antes de la despedida, Pere Astillero maldice "que los políticos valencianos se arrodillen ante Cataluña o Madrid sin defender lo nuestro" y denuncia que a veces coge los libros en valenciano de sus nietos y no se entera de lo que dicen, "porque esas palabras no son nuestras". Él se ha jubilado como editor y ha enterrando la editorial del blaverismo dejando un simbólico "vacío" en ese campo. Pero aún se ve intacta su quijotesca resistencia por la causa.