En la sala hay una veintena de jóvenes valencianos. Todos visten ropa de marca y manejan móviles de última generación entre sus manos inmaculadas. Aunque no lo parezcan, son emigrantes en potencia. Ésa es la palabra: emigrante. No se trata de jóvenes aventureros que quieren conocer mundo y se largan con la mochila al hombro en el primer avión que salga de Valencia. No. Estos veinteañeros y treintañeros son los hijos de la crisis: titulados universitarios golpeados por la tasa de paro juvenil que en España alcanza el 46,4% (el doble que la media europea, el cuádruple que la media mundial) y que ahora se ven inclinados a salir al extranjero en busca del ansiado trabajo que su país les niega. Por eso han venido a este curso titulado Búscate la vida en Europa.

Antes de desplegar los trucos, las armas, las herramientas y los consejos para marcharse a trabajar a otro país de la Unión Europea, el profesor asombra al personal con un dato: la Red Eures, el portal oficial de la movilidad profesional que ofrece vacantes de empleo en 31 países europeos, constata que hay 1,4 millones de empleos vacantes y menos de 800.000 currículums. "Hay casi dos empleos por solicitante, dice el profesor.

Las pupilas se dilatan. Por ejemplo, en la cara de Victoria Silvestre. Tiene 31 años, y tras licenciarse en Biología y sacarse después la carrera Ciencias Ambientales, le pilló la crisis. "Llevo tres años buscando trabajo. Primero, de lo mío. Después, de lo que sea. Y no he encontrado nada. Por eso me planteo irme al extranjero a trabajar", explica.

Eso sí: el profesor pone las cosas claras. "Pensamos que la panacea es irse al extranjero, pero muchas veces no es así. Porque no os engañéis: es muy difícil salir con un contrato bajo el brazo, pues muy pocas ofertas de trabajo se cierran en España antes de salir. Nuestros padres y abuelos sí que salían gracias a una recomendación. Pero hoy en día no es así. Y si en España es difícil ir vagando de aquí para allá sin empleo, en el extranjero todavía lo es más: porque llegas al país y resulta que no hablas tan bien como pensabas; sales de casa y está lloviendo, como ayer y como mañana; a las cuatro de la tarde se ha hecho de noche; y además, estás solo".

Sin embargo, esas incomodidades pesan cada vez menos en una sociedad tradicionalmente alérgica a salir de la provincia. Según el estudio de movilidad internacional de la empresa de recursos humanos Randstad conocido esta semana, un 57% de jóvenes valencianos entre 18 y 25 años (diez puntos más que en 2011) está dispuesto a cambiar de país por un trabajo. Están listos para engrosar las filas de la llamada Generación JESP (Jóvenes Emigrantes Sobradamente Preparados).

Como José Soriano, de 26 años y vecino de Moncada. Terminó en junio Administración y Dirección de Empresas (ADE). Cuenta que quiere marcharse al extranjero porque en las entrevistas de trabajo que ha pasado sólo le ofrecen ser comercial de puerta a puerta a comisión y mal remunerado. "Quiero ver si encuentro un trabajo relacionado con mi carrera y en el que se me valore. Y de paso, mejorar el inglés", explica.

Precisamente por el idioma pasan los primeros consejos de este curso para redirigir la vida profesional por Europa. "Si no hablamos el idioma del país, ir fuera a trabajar de lo nuestro no sólo será complicado, sino dificilísimo. Por tanto, deberíamos aprender el idioma del país que nos interese. Y después, hemos de relacionarnos con los españoles que viven allí. Para ello sirven las redes sociales de españoles en el extranjero como spaniards, mevoyairlanda, cext o forolondres". Aparte de tonterías y exhibicionismos irreales al estilo Españoles por el mundo, en esas webs puede encontrarse información valiosa para iniciar un proyecto laboral en el exterior.

Riesgos de la agencia de colocación

Más trucos: si se va a una agencia de colocación para que nos busque un empleo en Europa a cambio de una comisión, "hay que ir con cuidado". "Si pagáis, que os digan el día y la hora que empezáis a trabajar y cuál es vuestra persona de contacto. Porque luego podéis encontraros que os envíen al Carrefour más cercano y os digan que allí suelen buscar trabajadoresÉ", explica el experto.

¿Es Europa la solución para los jóvenes españoles parados? "Más que la solución, es una buena alternativa para encontrar empleo", responde con prudencia. Porque irse por irse, sin tener contactos ni objetivos claros, chapurreando sólo el idioma y arrastrando sólo una maleta, a veces no es la solución. "Pero si vas allí, aprovecha el viaje y machaca hasta que encuentres algo. Hay que insistir, insistir e insistir. Y hay que buscarse la vida: si hace falta, coges una bici y empapelas la ciudad con cartelitos de "se dan clases particulares de español". ¡Algo caerá! Y aunque no sea fácil, el mayor error es no intentarlo". Acabados los días de vino y rosa en que Europa era una fiesta disfrazada de becas Erasmus, vuelos de bajo coste y viajes con amigos por el Interraíl, la resaca ya está aquí: el Viejo Continente se abre como una puerta de emergencia para escapar del paro juvenil.