Flor Hoyos (Alaquàs, 1965) comenzó a trabajar hace 20 años como educadora de calle en colegios y barrios de su municipio cuando ni siquiera estaba reconocida la figura del educador social. Además de impulsar la mediación como forma de resolver conflictos en las aulas y en el entorno familiar, también se ha volcado en promover el asociacionismo en esta profesión. Así, fue durante una década presidenta de la Asociación Estatal de Educadores Sociales (Asedes) y del Colegio Oficial de Educadoras y Educadores Sociales de la Comunitat Valenciana (Coeescv).

Por todo ello, y por su esfuerzo por la formación de sus compañeros -ha coordinado durante 9 años el postgrado en Mediación en la Intervención Socioeducativa de la Universitat de València-, el Gobierno socialista le concedió en una de sus últimas decisiones el pasado noviembre la Cruz de Plata de la Orden Civil de la Solidaridad Social. Este galardón que el nuevo Ejecutivo le entregará en unos meses es para ella "un premio a toda la profesión", que viene a "simbolizar el trabajo diario de muchos educadores sociales desde hace bastantes años en favor de los derechos de la gente y por la gente".

¿Qué aporta el trabajo de los educadores sociales?

En estos momentos de crisis los educadores sociales somos más necesarios que nunca. Nuestro trabajo no entiende de primas de riesgo ni de recortes, porque lo que procuramos es apoyar precisamente a las vidas, en ocasiones, más frágiles, en mayor riesgo o dificultad. Trabajamos porque estas personas tengan algún tipo de oportunidad, de desarrollo en igualdad de condiciones. Es cierto que trabajamos también con otro tipo de población más normalizada, pero fundamentalmente seguimos trabajando mucho con el riesgo y la dificultad social, con situaciones de hándicap.

¿Cómo afecta la crisis a los que viven al borde de la exclusión?

La crisis viene a agravar unas circunstancias que ya de por sí eran difíciles, y a hacer que también lleguen a nuestros servicios personas que hasta ahora no lo necesitaban.

¿Y los recortes?

Es fácil pensar en recortar en servicios sociales, que además atienden a personas que, muchas veces, ni siquiera tienen capacidad de protestar. Lo que pasa es que nuestro trabajo considero que es eficiente, eficaz e incluso muy interesante económicamente. Si no tenemos las condiciones mínimas para trabajar en lo básico, en el día a día, lo que estamos haciendo es que los problemas que hoy tendrían una mejor solución, sean mucho más graves el día de mañana. Si no se hace prevención, la solución finalmente es mucho más cara, económica, vital y socialmente, y en todos los sentidos.

¿Por qué es más caro?

Es más caro una plaza en un centro de internamiento, una plaza en prisión, una hospitalización psiquiátrica... Todo eso es mucho más caro que una atención directa al ciudadano desde instituciones más preventivas, más desde el día a día.

¿Qué pasará si se deja de hacer prevención social?

Tenemos muestras como la degradación social que se vivió en los años 80 en el Reino Unido, fruto de las políticas de recortes de Thatcher: clase media que desaparece, niveles de delincuencia que crecen en las clases bajas, protestas y vandalismo en las calles... Cuando se dejan de hacer ciertas cosas, eso va a tener sus consecuencias. La prevención es muy necesaria y barata.

¿Qué balance hace de la mediación en los institutos?

Es bueno para el centro, para los padres, para los alumnos. Cuando los escolares participan en la mediación, de alguna manera, están tomando riendas sobre su vida y su participación en el centro. Las personas estamos acostumbradas a delegar, a que otros elijan por nosotros. La mediación, en ese sentido, nos hace más responsables. Ahora, parece que conselleria está eliminando la formación del profesorado en este campo. Sería una pérdida que se abandonaran los avances en convivencia y mediación

¿Qué consecuencias tendrá el abandono de esa formación?

Los profesores tienen muchos conocimientos de las materias que imparten. Sin embargo, están ansiosos y necesitados de conocer estrategias de resolución de conflictos, para mejorar la convivencia y apoyar al alumno más a nivel emocional. Esto no se enseña a los docentes en la universidad, toda esta formación complementaria les ayudaría a hacerse con el aula en situaciones que no son nada fáciles.