­Falta un año para que el nuevo telescopio del Centro de Estudios de la Física del Cosmos de Aragón (Cefca) capte su primera luz en el observatorio del Pico del Buitre (1.960 m) de la sierra turolense de Javalambre, pero en el Observatori Astronòmic de la Universitat de València (OAUV) ya ha empezado la cuenta atrás de este singular T-250 valorado en más de 5 millones de euros.

Con su espejo de 2,50 metros, una cámara nunca vista de 1.200 megapíxeles y sus 56 filtros que permitirán cubrir toda la región visible del espectro electromagnético, éste será el único telescopio de Europa que se dedicará en exclusiva a investigar el enigma de la «energía oscura» del Universo, esa misteriosa fuerza que, de existir, explicaría la expansión acelerada del cosmos cuyo hallazgo ha valido el último premio Nobel de Física.

El T-250 operará en el marco del proyecto internacional J-PAS —siglas en inglés de Javalambre-Estudio Astrofísico de la Física del Universo Acelerado — en el que participan 70 científicos e ingenieros de España, Brasil, EE UU y otros países. La estrategia del diseño de las observaciones del J-PAS la dirige desde Valencia el astrónomo asturiano Alberto Fernández Soto, científico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Instituto de Física de Cantabria y colaborador habitual del OAUV, junto al valenciano Fernando Ballesteros, investigador del Observatori.

Fernández Soto detalla que el telescopio realizará durante cinco años «una cartografía en 3D de 8.500 grados cuadrados — la superficie de cinco lunas llenas equivale a un grado cuadrado— del cielo visible desde Javalambre», la quinta parte de la bóveda celeste. Este primer mapa tridimensional a gran escala del cosmos «permitirá caracterizar más de 100 millones de galaxias», añade.

Ballesteros cuenta que los filtros del T-250 «actuarán como un prisma que descompondrá en 50 colores la luz que emiten las galaxias, estrellas, supernovas y cuásares». Así pues, el telescopio es como «un gran angular capaz de medir un espectro a baja resolución de todos los objetos celestes a la vista», una información clave para conocer «la masa de las galaxias, su contenido en estrellas, composición química, si son activas o no, y especialmente el corrimiento o desplazamiento hacia el rojo de la luz que emiten, lo que permite saber a qué distancia están».

El director del Observatori de la Universitat, Vicent Martínez, relata que hasta ahora «hay débiles evidencias observacionales de la ´energía oscura´, esa componente cósmica que, al producir una repulsión gravitatoria en lugar de la atracción que debe existir entre las masas, explicaría la aceleración en el ritmo de expansión del Universo».

TAC del cosmos a varias «edades»

J-PAS, prosigue Martínez, «puede ayudar a saber más sobre la ´energía oscura´» porque el mapa en 3D que hará «es como un TAC, una tomografía que realiza cortes del Universo a diferentes "edades" y que, al determinar las distancias a la que se encuentran las galaxias, permite un cartografiado tridimensional muy, muy profundo».

Tan profundo, apunta Fernández Soto, «como los últimos 6.000 millones de años de evolución del Universo, casi la mitad de su edad», pues todo comenzó hace 13.700 millones de años con el «Big-Bang». Es decir, que al observar galaxias a diferentes distancias de la Tierra, «se puede medir cómo se ha estado expandiendo el cosmos, y obtener de ese modo información sobre las propiedades de la "energía oscura"».