­

En sus memorias, Pujol analiza en detalle todo lo ocurrido con el trasvase del Ebro y revela que el fracaso del proyecto y la gran oposición que provocó en las tierras de Cataluña le llevó a cuestionar incluso su capacidad para la política. Tras reconocer que apoyó expresamente y sin dudas el trasvase del Ebro para Cataluña, Comunitat Valenciana, Murcia y Andalucía, dice que ha hablado con técnicos americanos —probablemente los mismos que cada trimestre invitaba el Govern de la Generalitat Valenciana— que «me han recordado que los grandes trasvases que en los años treinta y cuarenta se hicieron entre los ríos Sacramento y Colorado y California, son el origen de la prosperidad de este estado norteamericano (...) Y añadían: "Ahora no se podrían hacer; la población lo impediría". Yo lo supe demasiado tarde». «No supe calibrar la reacción contraria que el plan hidrológico provocaría. No fue un error técnico. Fue político y sociológico».

La oposición al trasvase caló hondo en Pujol. «En este punto debo preguntarme si sirvo para hacer política», escribe. Lo dice quien ha sido presidente de Cataluña 23 años y lo explica: «El PHN que presentaba el PP hizo depertar en mi el reflejo de la solidaridad con Castelló, Valencia, Alacant, Murcia y Almería (...) Me pregunto , viendo cómo se han desarrollado las cosas, si mi convicción no es señal de una candidez que un político no se puede permitir». «Después de haber pensado que el trasvase podía beneficiar a Valencia, Murcia y una parte de Andalucía, todavía he tenido que oír que estas tierras se quedaban sin agua tras el fracaso del Plan Hidrológico "por culpa de los catalanes" —en castellano en el original catalán—. En los diarios de Valencia, añade, también he leído artículos en la misma dirección».

Le molesta que nadie hable de la oposición de los aragoneses en todo el episodio, «que ha sido la más radical», y desvela que Marcelino Iglesias, expresidente de Aragón, le reconoció que «al menos hasta Castelló habría que desviar entre 100 y 200 hectómetros cubicos anuales». «Puede que algún día se haga» este trasvase a Castelló, concluye, y afirma que el problema no será principalmente un problema de agua, sino de la manera de hacer política.