Los profesores universitarios son unos "privilegiados" y así lo reconocen los mismos que se benefician de las licencias de año sabático. Cualquier docente funcionario o contratado laboral doctor con dedicación a tiempo completo es susceptible, si lo solicita, de disfrutar un curso completo de la medida que le permite no asistir a su puesto de trabajo, que en su caso es la facultad para impartir clases, cobrando la nómina completa. Eso sí, para su concesión debe presentar un plan de actividad y un escrito de aceptación del centro o centros de investigación externos en que lo desarrollará.

Todas las universidades públicas contemplan esta situación administrativa, a imagen de lo que desde hace muchos años se produce en los campus anglosajones. Una fórmula pensada para poder investigar en otros ámbitos, relacionarse con compañeros, conocer sus trabajos e intensificar los porteos. Es una forma de reciclaje.

La Universitat de València (UV) acaba de sacar las licencias para el curso 2012-13: son 25 permisos de los cuales 21 tienen una duración anual y, otros cuatro, semestral. En el actual ejercicio académico, tuvieron año sabático 30 docentes más otros cinco que estuvieron medio curso de permiso.

En año sabático, el catedrático de Química Analítica de la institución académica, Miguel de la Guardia, considera que esta oportunidad permite "disponer de un momento para plantearnos nuestras ideas y para aprender nuevas técnicas. Te ofrece tiempo para pensar". De hecho, en este periodo ha podido concluir una obra, asiste a congresos internacionales y ha acudido a convocatorias europeas. "La pedí para potenciar la investigación y productividad de mi grupo porque es posible hacer docencia e investigación, pero no dar la cara a la vez" apunta.

No obstante, el catedrático y articulista de Levante-EMV admite que esta licencia es un "privilegio" y lamenta que "la Universitat no ha creado unos buenos filtros de control. En la valoración de las solicitudes pesa muchísimo haber desempeñado cargos de representación, que no siempre son por gente con dedicación docente e investigadora. El sistema es excesivamente generoso. Prima la gestión y la antigüedad sobre la productividad y basta con rellenar después dos páginas" cuestiona. Aunque también subraya que "ofrece la posibilidad de hacer algo decente".

Entre los distintos tipos de años sabáticos, de la Guardia destaca el "más productivo" que es el que permite "dar un giro total a tu formación tradicional, muy útil para el joven universitario que consigue sacar plaza, quiere crear una línea de investigación y se va al laboratorio de sus sueños para luego volver aquí. Es lo que pasó con el IVO". Se trata, así, de "liberar la obligación de la docencia y sembrar en investigación" añade.

Otro tipo el año sabático es el que disfruta el profesor senior, con su propio grupo de investigación y quinientos trabajos a la espalda. "Te ofrece la oportunidad de aumentar tu productividad de investigación, acudir a convocatorias y rentabilizarlo, vender el resultado de tu investigación" afirma.

Hay otras vías, que él denomina "espurios", como quien se lo pide el último año antes de jubilarse por lo que "no tiene más rentabilidad que para el individuo que así se ha prejubilado y debería prohibirse" o el que se lo toma como un año de descanso. "Habrá que ser más exigentes en la valoración de las memorias. En la comisión simplemente se da por recibida, no se evalua" lamenta el catedrático.