«Es la otra mitad del tratamiento». Así se expresa Paco, padre de Nuria, una niña de seis años con linfoma que de lunes a viernes recibe a la escuela en casa. Cada día, en la Comunitat Valenciana decenas de niños como Nuria no pueden acudir a clase por alguna razón médica. Pero ello no impide que aprendan, que hagan sus deberes o que se examinen. Al contrario, si el niño no va a la escuela, la escuela va al niño.

El servicio se llama «atención domiciliaria». Se trata de una red de docentes que imparte clase a menores que por causa justificada y durante más de dos meses no puedan acudir a su centro educativo correspondiente. Los docentes son enviados a los hogares desde la Subdirección General de Personal Docente, dependiente de la Consellería de Educación, aunque también existen centros concertados itinerantes, como el de Auxilia, en Valencia, que se encarga de la educación de Nuria.

Colegio itinerante

Según datos ofrecidos por la conselleria a Levante-EMV, desde el 1 de septiembre de 2011 se atienden a unos cincuenta alumnos en toda la Comunitat Valenciana, aunque desde Auxilia indican que en su centro ya tienen en lo que va de curso a unos 30 alumnos, «sólo en Valencia». Este colegio itinerante cuenta con seis maestras, todas ellas tituladas en educación especial, ya que en algunos casos «se junta el problema físico con otro psicológico», cuenta la directora del centro, Mª José Mares.

Es un colegio peculiar. Aunque cuentan con un local, casi nunca están en él. Su oficio recuerda al del comerciante que llama a las puertas de las casas para ofrecer sus productos, en este caso, reparten su saber. «Llevamos nuestros portátiles y una maletita con el material necesario», aunque «lo único necesario son las ganas y un espacio donde estar tranquilos». En este aspecto, Nuria es toda una privilegiada. Tiene su pizarra, su pupitre, su sillita. Todo. «Sólo le faltan los amiguitos», lamentan sus padres, quienes esperan que pronto pueda reincorporarse a su clase en el colegio Marni.

María José, junto con Marina, son las dos maestras de Nuria. Cada día, de 11.30 a 13 horas, la niña recibe a sus enseñantes con una sonrisa y con los deberes hechos. «Es muy responsable, siempre nos está pidiendo más trabajo». El objetivo primordial de este servicio es que los escolares no pierdan comba, y que cuando se recuperen de su enfermedad no tengan que repetir curso. Y en la mayoría de los casos esto se cumple.

«Los profesores son una maravilla», explica Paco. «Atienden a varios niños al día, en diferentes zonas de la ciudad. Nunca los ves tristes o malhumorados, a pesar de todo lo que ven por ahí durante todo el día».

Y es que, a parte de ayudar al menor en su formación, la atención domiciliaria es un verdadero apoyo para los padres. «Les permite despejarse un poco, desconectar durante unas horas del cuidado de su hijo», comenta Marina.

20 años de servicio

Tanto Marina como María José llevan veinte años dedicándose a este servicio. «Cogemos nuestros coches, pagamos nuestro bonobús, el parquímetro». Lamentan que los recortes y los impagos afecten a una iniciativa como esta, que para muchos padres es un verdadero alivio. «Hemos estado varios meses sin cobrar a causa de los impagos», revelan. Esta situación, que en centros «normales» ha provocado graves problemas de funcionamiento y numerosas protestas, afecta aún más si cabe a las docentes de este centro itinerante, que se pagan de su bolsillo todos los gastos de desplazamiento, imprescindibles en este servicio. «Sabemos que en Castelló y Alicante muchos niños no reciben la atención domiciliaria», explican. Y es que muchas veces la plaza queda vacante, ya que «al docente no le compensa dar pocas horas a la semana en pueblos del interior, más alejados de los principales núcleos urbanos, que están mejor conectados», indica María José. En Valencia, cada una de las seis maestras de Auxilia atienden a una media de siete niños.

Aún así, a pesar de las posibles complicaciones del servicio, quienes se dedican a ello lo hacen en cuerpo y alma, aunque apuntan a que es muy mejorable. «Llevo 20 años haciendo esto, y vale la pena», concluye Marina. «Para Nuria es como la quimio de la mente», explica su padre.

Más de 1.800 niños reciben clase en hospitales

El cole no sólo va a casa, también va al hospital. Se llaman unidades hospitalarias, y en la Comunitat Valenciana hay 13, que cuentan con 24 profesores de Pedagogía Terapéutica (PT), según datos facilitados a este diario por la Consellería de Educación. Estas unidades atienden a niños hospitalizados por enfermedad, que gracias a este servicio pueden aprovechar el tiempo que permanecen hospitalizados y evitan, en la medida de lo posible, que afecte a su desarrollo escolar. Se trata de espacios habilitados en los centros hospitalarios, que tratan de imitar al máximo el entorno de un colegio, para que el trance sea lo menos traumático posible para el menor. En ese caso, la atención, aunque también directa con el niño, no es tan «dura». No hay exámenes, todo es un poco más relajado.

Durante el pasado curso 2010- 2011 más de 1.800 niñas y niños de Educación Primaria y Secundaria recibieron clases mientras se encontraban internados en algún hospital. En concreto, en las unidades habilitadas en centros como el de Vega Baja de Orihuela; el hospital de Torrevieja, el Hospital General de Alicante, el Hospital General de Castelló y de Valencia, el de Xàtiva y el de Sagunt.