Benedicto XIII creó las primeras bases de la ruta que utilizaría años más tarde Cristóbal Colón, en 1492 en el descubrimiento de América. El Papa Luna ya potenció la expansión de la cristianización y colonización de las Islas Canarias con las bulas del 22 de enero de 1403 y del 1 de noviembre de 1414 amén de fundar el monasterio de Nuestra Señora de la Rábida con la bula del 7 de diciembre de 1412, con monjes franciscanos preparados en el arte de la navegación.

El castellonense Vicent Melià, en su ensayo El Papa Luna, el hombre que miró fijamente a los ojos del Dragón aporta datos e hipótesis que indican que el Papa Luna «estuvo interesado y se implicó en la búsqueda de una ruta alternativa hacia Oriente» y que «fundó una escuela de navegación entorno a la biblioteca pontificia de Peñíscola anterior a la portuguesa de Sagres (1418)» .

Sostiene Melià que las cartas de navegación que poseía Colón tenían su origen en la Biblioteca de Peñíscola, la colección de los Papas de Aviñón, pues en ésta se encontraban documentos de los principales cartógrafos clásicos, árabes y judíos, así como datos pertenecientes a las expediciones realizadas a Oriente, a la conquista de Canarias y a las rutas de las costas africanas.

Mantiene que el valenciano Luis de Santángel, no sólo fue el financiero del proyecto colombino, sino que el promotor de la expedición. Para Melià, «por estar bajo vigilancia de la Inquisición tuvo que aparentar estar al margen», pero indica que Santángel fue el propietario de la información que utilizará Cristóbal Colón para llegar a América.

La hipótesis de Melià se fundamenta en que en los últimos años del pontificado de Peñíscola, entre 1424 y 1429, muchas de las deudas contraídas por la curia papal se pagaron con libros. Es aquí cuando Azarías Ginillo, abuelo de Santángel y un comerciante judío de prestigio de la importante comunidad de Calatayud relacionado con el pontificado de Peñíscola, adquirió la documentación y cartas de navegación de una nueva ruta a Oriente, bien en compra o como pago de deudas.

Santángel como judío converso no puede presentarse ante la sociedad como promotor de esta expedición. Por ello se queda al margen, ya que en 1486 cundo contacta con Colón, la Inquisición le sigue los pasos, pues le considera muy peligroso ya que es un converso con capacidad de «calentar la oreja». al mismo rey Fernando el Católico.

Por la alta capacidad oratoria de Colón, Melià aventura que más que comerciante o marinero, era un profesor de universidad o un maestro de escuela de artes de navegación, quizá de alguna escuela aragonesa o portuguesa «una especie de Indiana Jones del Renacimiento», que fue enrolado por Santángel para un viaje que cambiaría la concepción del mundo.

La teoría de Melià no es la única

Otra teoría del polifacético Josi Ganzenmüller, director teatral e investigador de Benicarló, recuerda que Santángel era protector de Colón y el recaudador de los intereses reales en Valencia, y que está constatada la predilección del monarca Felipe II por el vino Carlón para sus carabelas.

Según los libros de peajes, desde el puerto de Benicarló salía semanalmente en 1488, con destino al puerto de Valencia, un barco cargado con barriles de vino y otros productos naturales de la zona. Felipe II, descendiente del rey Fernando y Carlos I también adquiría en 1595 el vino benicarlando para las galeras reales.

Así hay un alto porcentaje de posibilidades de que durante la expansión del Imperio español a lo largo del Atlántico y del Pacífico se bebieran vino tinto de Benicarló en batallas como las de Flandes o la de Lepanto. Ganzenmüller considera crucial la figura de Santángel, pues el era recaudador de impuestos de Peñíscola, Benicarló y Vinaròs y prestó dinero al rey para la aventura americana de Colón . «Fue determinante porque convenció a Isabel de aceptar las condiciones impuestas por el futuro almirante en las Capitulaciones de la Santa Fe, firmadas por Santángel como secretario del rey, que aportó 1.140.000 maravedís de su fortuna personal».