El reconocido neurólogo Pablo Martínez-Lage asegura que en ocasiones los médicos, debido a la falta de tiempo o de recursos, se refugian en el diagnóstico de demencia senil y no concretan de qué enfermedad se trata. El especialista alerta de que si la enfermedad de Alzhéimer no se diagnostica correctamente, no se puede tratar de una manera adecuada.

¿De qué tratamientos se dispone hoy en día para el mal del alzhéimer?

El tratamiento que tenemos a día de hoy no es un tratamiento que cure la enfermedad, pero tienen un efecto de estabilización de los síntomas. Sabemos que con estos tratamientos el enfermo puede permanecer igual hasta dos años. Cuanto antes pongamos esos tratamientos mejor. El medicamento va a conseguir estabilizar los síntomas, por lo que es mejor que se estabilice cuando esté en la fase más leve que en una más avanzada. Los tres medicamentos -Donepezilo, Rivastigmina, Galantamina- que se usan actualmente tienen un mecanismo de actuación muy parecido, que es aumentar una sustancia del cerebro -acetilcolina- que se encuentra disminuida. Hay otro medicamento que se llama Memantina que actúa por otra vía neuroquímica y que tiene el mismo efecto estabilizador en el paciente. Pero éste está indicado para fases moderadas y avanzadas.

¿Hay alguna novedad en estos medicamentos?

Por el momento, no. Hace ocho años que no sale ningún tratamiento nuevo. Se han hecho muchos ensayos clínicos, pero han fracasado porque se han probado en pacientes que ya tienen un estado de demencia. Es posible que en ese momento el cerebro esté tan dañado que no consigue ningún beneficio.

¿Hay modo de diagnosticarlo antes de que el cerebro se encuentre dañado?

Podemos hacer el diagnóstico mucho antes de lo que lo estamos haciendo. Aunque no esté demente, a una persona se le puede diagnosticar alzhéimer cuando todavía está en fase previa a través de tres pruebas fundamentales: una resonancia magnética haciendo un análisis para ver en qué zonas del cerebro hay atrofias; el PET cerebral, que mide el metabolismo cerebral; y midiendo las proteínas que se alteran con el alzhéimer en el líquido encefaloraquídeo que se obtiene fácilmente con una punción lumbar

¿Estas pruebas servirían sólo con los primeros síntomas?

Efectivamente, serían personas que van a la consulta quejándose de que pierden memoria. Si aplicamos las tres pruebas, puede ser mucho más certero.

Si tienes un caso en tu familia de alzhéimer, ¿hay más posibilidades de que un descendiente lo desarrolle?

Es una enfermedad tan común que es normal que en las familias haya algún caso. Pero eso no significa que sea genético. Las personas que tienen padres o hermanos que la han desarrollado antes de los 70 años tienen un mayor riesgo. Si es después de esa edad, el riesgo es el mismo que el de la población general.

¿Es una enfermedad que afecta más a las mujeres? ¿Está relacionada con una mayor esperanza de vida?

Es cierto. Las mujeres tienen más riesgo. Antes se pensaba que era porque los hombres, como se cuidaban menos, se morían antes y tenían menos alzhéimer. Pero cuando se comparan hombres y mujeres de la misma edad es más frecuente la prevalencia en mujeres. Es posible que tenga que ver con los estrógenos y la menopausia, pero no está muy claro.

¿Cree que se diagnostica correctamente el alzhéimer, o se tiende a meter todas estas patologías en el mismo saco de demencia senil?

Es un error demasiado generalizado, no sólo en la gente de la calle, sino que se convierte en un recurso de los médicos. Los especialistas, a veces, no tienen tiempo o medios y se refugian en el diagnóstico de demencia senil. Pero el diagnóstico de demencia senil no se debería hacer nunca porque la edad no produce demencia, hay que concretar la enfermedad, como el alzhéimer. Eso retrasa que las personas vayan al médico porque se relaciona con cosas de la edad. La edad nos puede hacer perder agilidad a la hora de aprender o recordar, pero la edad nunca va a producir fallos de memoria llamativos y consistentes. Diagnosticar demencia senil es como no decir nada. No buscan una causa a la enfermedad de las personas y, lo que es peor, no buscan un tratamiento que pueda mitigar el daño.