"Hoy me llegaba una silla eléctrica nueva que llevo esperando un año y que no he podido ir a recoger porque desde el viernes estamos en arresto domiciliario involuntario en casa, sin luz en la escalera de la finca y sin ascensor". José A. López Marín, de 33 años, comparte piso con Juan Benages, de 40, en la cuarta planta de un edificio del barrio de Malilla y está que trina. "Si me acercan un mechero salgo ardiendo porque estoy acostumbrado a llevar una vida bastante activa y me siento coartado, es que no podemos salir ni a hacer la compra, ni a tomar el aire, ni a nada...".

José y Juan han vuelto a vivir en sus propias carnes el estigma de la discriminación por tener que desplazarse sobre una silla de ruedas.

El viernes pasado Iberdrola ordenó que se llevaran el contador de la finca al transcurrir los dos meses preceptivos desde que se notifica el impago de un recibo. Solo que en este caso lo que a simple vista no es más que una desconexión de la red eléctrica que obliga a los vecinos a subir y bajar las escaleras ha tenido unos damnificados extras con los que nadie ha contado.

"Es que no se puede cortar la luz así como así, tendrán que ver donde la cortan y quienes viven en el edificio", afirma Juan Benages que, de momento, se ha quedado sin poder asistir a un examen ni presentar y exponer un proyecto de fin de curso de sus estudios de Integración Social.

Los trámites

En estos días Juan se ha hecho un experto de toda la burocracia y pasos que hay que dar para que Iberdrola reinstale el contador. Primero se paga la factura, lo que hizo el administrador el viernes. Luego se notifica el pago a la empresa comercializadora, se vuelve a dar de alta en Industria y se ordena a la empresa instaladora que reponga el contador. En total, en trámites y papeleo puede pasar una semana que ocasionará molestias a la mayor parte de los vecinos pero que a dos de ellos los ha partido por la mitad, según asegura José.

"Nos han parado la vida, estoy en la última semana de clase, tengo exámenes, necesito entregar proyectos y aquí estamos... encerrados en contra de nuestra voluntad", declara Juan que lanzó un SOS al Foro de Vida Independiente y a Solcom, una asociación para la solidaridad comunitaria de las personas con diversidad funcional para que les ayudaran con los trámites.

"Ya no es solo que te retengan aquí, secuestrado, es que no te puedes planificar nada"agrega José que señala que aunque hubiera pedido a la ortopedia que le llevaran la nueva silla eléctrica hasta su casa, tampoco hubieran podido subirla cuatro pisos a pulso porque pesa 120 kilos.

Y no son solo las clases, los exámenes y proyectos lo que se ha quedado en suspenso, sino el trabajo al que Juan lleva sin acudir desde el pasado viernes.

A media tarde de ayer y tras las gestiones realizadas, la instaladora colocó por fin el contador. Un portavoz de la administración de fincas declaró a Levante-EMV que cuando se quedaron con la finca, en noviembre, facilitaron los datos bancarios a Iberdrola para domiciliar los recibos pero que parece ser que este trámite nunca se ejecutó y los impagados se acumularon, el aviso del corte de luz tampoco se recibió y dos meses más tarde se retiró el contador. Se debían cuatro recibos y 400 euros.

Por su parte, fuentes de Iberdrola indicaron que tenía que haber sido la propia comunidad de vecinos la que comunicara a la empresa que en el edificio residían personas con movilidad reducida para haber sopesado las consecuencias de la suspensión del suministro eléctrico.