Una persona que por su dilatada vida, cien años y pico, ha llenado una época especial dentro de un amplio círculo, digamos valencianista.

Dado que no es fácil resumir los numerosos registros de su vida, voy a intentar compendiar en este pequeño homenaje diversos hechos y contactos que tuvimos ambos en tiempos pasados. Yo le conocí por los años sesenta en el Instituto José Ribera de Xativa, donde D. José era profesor muy querido de Química y yo sencillo capellán de este centro. Nos hicimos amigos y, entre clase y clase, charlábamos algún rato. Atraía por su bondad y sencillez. También por sus inquietudes intelectuales.

Todos conocimos su gran vocación valencianista, su política socialista, su pasión por la docencia, por la Botánica y hacia otras causas nobles y bellas.

Me atrevería a decir que ha sido un hombre feliz a pesar de los avatares que soportó en los primeros años de la posguerra, aunque parece que por breve tiempo.

Fue feliz por su afición a la música, lo que le llevaba a venir a la capital para asistir a los conciertos de la Filarmónica. Lo mismo ocurría con su amor a la pilota valenciana. Cada semana acudía a las partidas del Trinquet de Pelayo.

Fue feliz sin duda alguna por su familia, que le adoraba, Su esposa Matilde, sus dos hijas y por el hijo, sacerdote de la Abadía de Monserrat, colaborador de Levante-EMV y otros medios.

Feliz por su pueblo adoptivo, pues aunque nacido en Picanya, muy joven se trasladó a l´Alcúdia, que le dedicó una calle y donde siempre hablan de él con admiración y respeto.

Escribía en Levante-EMV y en algunas revistas. Desde siempre fue amigo de Fuster, Sanchis Guarner, Vicent Ventura y Ferrer Pastor entre otras personalidades, con quien se reunía en sus famosas tertulias, que fomentó desde joven.

Recibió numerosos homenajes, de la Universidad, del Ayuntamiento de l´Alcúdia, y de otras entidades culturales valencianistas.

Descanse en el Señor. Entre tanto, quedamos unidos siempre por tantas cosas bellas que han alegrado nuestras vidas.