La primera guía turística para viajeros amantes del misterio, en la que se recogen parajes de los cinco continentes, incluye el Santuario de La Virgen de la Balma de Castelló. Como destaca la publicación, hasta este edificio situado en el termino municipal de Zorita del Maestrazgo acudieron en el pasado entre 15.000 y 20.000 personas para ser exorcizadas, llevadas a rastras por sus familiares atadas de pies y manos, a las que metían a trompicones en la ermita. En realidad, eran enfermos de distintas dolencias nerviosas.

El periodista madrileño, Lorenzo Fernández, autor de la guía 99 lugares donde pasar miedo explica queen la actualidad este santuario cuenta también con una hospedería y "causa terror pasar la noche en este lugar de endemoniados, sobre todo si se visita el 8 de septiembre, Día de la Romería, cuando un niño vestido de ángel se enfrenta a un adulto disfrazado de demonio, al que no le faltan ni cuernos ni rabo".

Amante del misterio y de la aventura desde niño y viajero impenitente desde los 17 años, el autor ofrece una amplia documentación de cada enclave recogido, la ruta más adecuada para acceder, la leyenda del lugar y el momento más adecuado para acceder a cada destino.

Otros de los lugares que incluye la guía son las famosas Caras de Bélmez en Jaén, la Ciudad de los Muertos en El Cairo, la Isla de Pascua, los Ataúdes Colgantes de China o el Chavin de Huantar en Perú.

Pueblos abandonados, osarios, iglesias, cuevas y castillos se dan cita en esta guía, para la que se ha "sumergido en la historia", contado su experiencia e internado "en sitios de una belleza impresionante", explica el autor.

"Los grandes gurús de las guías de turismo han obviado hasta ahora el tema del misterio, pese a que este tipo de viajes tienen un gran aliciente y cuentan con el valor añadido que supone pasar miedo, pero un miedo controlado", recalca el escritor.

La Ciudad de los Muertos

Otro de los lugares más destacados de la publicación es la Ciudad de los Muertos de El Cairo, un lugar donde los guías turísticos convencionales rechazan llevar al turista por su peligrosidad.

Un millón de personas de las castas más humildes del país conviven en este camposanto del siglo XVIII y duermen en sus tumbas, con un acuerdo tácito con sus propietarios para mantener dignas las tumbas de sus antepasados.

No obstante, Lorenzo Fernández desaconseja pasear de noche por este lugar, "porque el ambiente es llamativo y hay una luz mortecina que te azuza la imaginación", y recomienda recorrer el lugar acompañado de un taxista, quien sabrá por dónde se puede pasear sin peligro alguno.