La expresión "a perro flaco, todo son pulgas", parece que se adecua perfectamente al sentimiento de los pescadores y usuarios del Parque Natural de l'Albufera. Tras lo que parece ser la llegada del siluro al lago, un pez exótico y gran depredador, la presencia de "enemigos" del paraje crece.

Esta especie invasiva, si se confirma finalmente su presencia, implicaría la muerte y la posible desaparición de muchas especies autóctonas, entre ellas la lubina o la anguila, típicas de l'Albufera que se encuentran en peligro de extinción. "Los samarucs y los fartets apenas existen ya", lamenta Josep Chaqués, secretario de la Plataforma Albufera Viva. La facilidad de reproducción del siluro asusta también a los pescadores, así como el tamaño que puede llegar a alcanzar (más de dos metros) y su voracidad.

Sin embargo, el siluro no es el único problema que castiga el enclave. Es sólo un añadido. José Caballer, presidente de la cofradía de pescadores del Palmar, define la llegada de este pez centroeuropeo a aguas de l'Albufera como "la gota que colma el vaso" de los males del lago. La contaminación, la putrefacción de la paja que queda de la siega del arroz o el cormorán son otros de los elementos que alteran la conservación del paraje natural.

Agua completamente negra

La decisión de la conselleria de no quemar la paja que queda tras la siega del arroz es abiertamente criticada por los pescadores, ya que los restos de esta siega pudren las aguas de l'Albufera. "El agua se vuelve completamente negra, se forma una capa de metano que asfixia a los peces. Los restos se cuentan por toneladas y entonces l'Albufera se convierte en un gran cementerio en vez de en una fuente de vida", lamenta Chaqués.

A la paja de la siega del arroz se le suma la contaminación del agua, provocada por la acción humana. Aunque el paraje es un lugar protegido, las aguas ya no corren tan limpias "como hace cincuenta años", lamenta el pescador Caballer. La contaminación es difícil de depurar, ya que "els ullals", por donde brolla el agua nueva, de la que se alimenta l'Albufera, están taponados. Apenas salen hilitos de agua limpia, que llegan desde la meseta para crear el lago más grande de la península ibérica.

A este tapón se le añade el temor de los pescadores de no poder abrir compuertas al mar, otro de los mecanismos de renovación de agua de l'Albufera. "Con la Bandera Azul que le han dado a la playa del Saler nos han dicho que no podremos abrir compuertas, de manera que el agua permanecerá estancada y los peces morirán también. Necesitan entrar y salir", explica el presidente de los pescadores del Palmar.

El cormorán, ave autóctona pero que desde los años 90 se ha expandido especialmente en l'Albufera, también causa estragos. Llega a comer hasta más de un kilo de peces al día y las anguilas también son su plato predilecto.

Por otra parte, el cangrejo americano tan temido y que ha invadido buena parte de las cuencas fluviales españolas, en l'Albufera no ha resistido. La contaminación ha podido con él. Siempre hay que mirar el lado positivo de las cosas.