¿Los valencianos tenemos lo que nos merecemos por votar lo que hemos votado?

El proceso para explicar a lo que hemos llegado es más largo que el periodo democrático. La situación actual es fruto de la convergencia de 3 o 4 factores, algunos muy antiguos y otros más recientes. Si no te remontas a la financiación injusta o el fallo del sistema económico tradicional del siglo XX, no entiendes lo que ha pasado. Además de estas causas estructurales se han producido causas locales derivadas de la desmesura y uso de superlativos que agravan la situación.

¿Nuestra mala imagen nos la hemos ganado a pulso?

Los valencianos también teníamos mala imagen en España hace cien años. Y estaba derivada del carácter atribuido a los valencianos de "insustancialidad, levedad y ligereza" por parte de Unamuno y Valle-Inclán. Son comentarios muy duros. Podemos rastrear una cierta desconfianza del resto de ciudadanos del Estado español sobre lo que han sido los valencianos. Tampoco nos hemos sabido hacer respetar, con una actuación muy seguidista y una dependencia excesiva de lo que en Madrid se decidía. Todo junto hace que lleguemos a una situación en la que el colapso económico y la corrupción no ha hecho más que agravar la imagen en el exterior.

¿Las iniciativas victimistas que denuncian campañas de desprestigio sirven de catarsis?

Las campañas son el síntoma de un malestar en la sociedad valenciana por su posición interna y la posición que juega en un contexto mas amplio. Mi libro también es una manifestación de este malestar. En él exploro las razones de esta situación y del malestar. Yo practicaría una autocrítica sobre cómo hemos llegado hasta aquí, en la que una parte importante de la responsabilidad la tienen quienes no se dieron cuenta de los cambios que se producían en la economía y la sociedad valencianas.

¿Cuándo se jodió Valencia como dice usted en su libro parafraseando a Mario Vargas Llosa?

Es la gran pregunta que intento responder. Cuándo perdió Valencia su rumbo, si es que lo tuvimos alguna vez. Cómo hemos llegado a esta situación. Huyo de las respuestas simplistas, de una sola causa, y es cuando llego a la idea de la tormenta perfecta que es la conjunción de tres causas fundamentales: la quiebra del sistema económico, para entenderla propongo remontarse a los 60-70. Si hablamos de financiación, en 1933 ya se criticaba que lo que el Estado invertía en Valencia era menor que lo que se recaudaba. El último factor, que es la desmesura y la corrupción, se sitúa en parámetros temporales más cercanos.

La situación actual recuerda al principio del fin que sufrieron el felipismo y el lermismo. ¿El PP ha llegado al final de su ciclo?

Eso dependerá del rumbo que tome el PP y el presidente Fabra. Un tipo de PP es evidente que ha acabado para siempre: el de los adjetivos superlativos, la visión que escenificaba un futuro sin problemas y en el que la C. Valenciana era la envidia del mundo. La incógnita es si el PP se puede reinventar a sí mismo y la narrativa que ofrece a los valencianos o continuará con la que, se ha visto ya, es obsoleta.

Usted habla de recuperar la economía y el prestigio de Valencia... ¿Eso cuándo fue?

En 1931, el periodista murciano Juan Pujol ya explicaba el papel que jugaba Valencia en la España de antes de la República, ya que se la consideraba el pilar económico del país. Incluso en el franquismo Valencia jugaba un papel de motor. En los años 60-70 los empresarios locales jugaban un papel importante y tenían pujanza. Joan Fuster también es un personaje equiparable a los empresarios de la época. Es un hijo de ese país que quería dibujarse y que tiene concomitancias con empresarios y fuerzas locales. Cabe recuperar episodios valencianos de prestigio y mejor comportamiento que el actual.

¿El corredor mediterráneo como proyecto colectivo podría servir de banderín de enganche?

El corredor mediterráneo es un ejemplo del papel que puede y debe jugar la sociedad civil y del instrumento necesario para la recuperación económica y el futuro que Valencia necesita. Sin el eje mediterráneo es difícil articular soluciones como la reindustrialización la exportación, la logística o el transporte que cambie el modelo productivo. En Valencia necesitamos dos cosas y el corredor mediterráneo las materializa: una política cualitativa de acuerdos y elementos estratégicos y una política instrumental de infraestructuras que ayude a cambiar el modelo productivo.

Y que es el nuevo modelo productivo, según usted

No lo planteo porque no soy economista. Sólo quiero proponer pautas para encarar el futuro. Si hablamos de política, se necesita una regeneración clarísima y moral de este país, eso es ineludible. En economía se necesita volver a un futuro multivectorial. La solución no vendrá de los grandes eventos, la industria, la logística o el transporte únicamente. Puede ser que venga de una combinación de todos ellos.

Y también de un cóctel entre el pensamiento fusteriano y el espíritu estatutario del siglo XXI.

Necesitamos una nueva narración. Un nuevo relato que no tendría que ser revolucionario, sino de evolución. Coger lo mejor de cada relato existente hasta ahora para reflexionar y elaborar una nueva narración.