El PP oficial, que nada tiene que ver con la base, sigue con su política casposa de comprar y alquilar voluntades y voluntarios de supuestos valencianistas para marear la perdiz e intentar hacer creer lo que no es: un partido de obediencia valenciana.

Serafín Castellano, para hacer creer a Alberto Fabra que vale, se ha inventado un taller de ideas de la Identidad Valenciana para "valencianizar" el PP donde ha colocado a todo el panteón de exsupuestos "valencianistas", que un día cambiaron de chaqueta y se dedicaron a "hacer caja".

Que son valencianistas esta caterva de elementos (Chiquillo, Miralles,É y compañía) no se lo creen ni ellos, tampoco el personal de la calle, que lo más fino que piensas es que son unos auténticos caraduras. Sino que expliquen Chiquillo y Miralles su conversión paulina de la noche a la mañana de ser punta de lanza afilada contra el PP a lamer y abrillantar el piso por donde pasan sus tacones.

Para intentar insuflarles algo de oxígeno a estos del Gabinete de la Identidad Valenciana del PP -obediencia madrileña- Castellano ha echado mano de otro elemento desesperado por recolocarse en la salida de parrilla de la lotería de cargos del partido aprovechando su cargo de presidente de Lo Rat Penat, Enrique Esteve, a quien no le ha ido mal en la vida política perpetuarse en el centenaria entidad cultural, a la que pronto convertirán, si no lo es ya, en una sede de barrio más del PP.

A Enrique Esteve le ha ido de maravilla el negocio ante el PP de ser presidente de Lo Rat Penat. Ha sido jefe de compras de RTVV, ha sido director general de Patrimonio Histórico-Artístico de la Generalidad (siempre he dudado que supiera distinguir el gótico del barroco), ha sido diputado de contrataciones y adjudicaciones y de Imelsa en la diputación,É eso por no entrar en el negocio civil de papelería y sus relaciones con organismos oficiales.

¿Le han escuchado alguna vez a Enric Esteve fuera del auditorio del público entregado de los Juegos Florales clamar alguna vez contra la política catalanista del PP? Ni lo ha hecho, ni lo hará por la cuenta que le tiene. Todo lo contrario, no olviden que tuvo la desfachatez, vísperas de las pasadas elecciones, de llevarse a Camps a inaugurar por decimoquinta vez no se sabe qué reformas del edificio de Trinquete de Caballeros que le regalaron Zaplana-Castellano dentro de su política de comprar y alquilar felpudos valencianistas donde reposar sus vergüenzas el madrileñista partido. Era la época que Zaplana y Pujol negociaban la AVL y había que sofocar cualquier estampida del blaverío.

Para asegurar esa pretendida "revalencianización" y "reculturización" del PP, han fichado a Ricardo Bellveser -coleccionista oficios y sueldos múltiples públicos, a idea de Alfonso Rus, otro que tal Pascual- , quien siempre se las ha dado de todo lo contrario, aunque comenzó su "carrera" política haciendo de asesor de Lizondo, época en que consiguió ser comisario del desnortado 750 aniversario de la ciudad de Valencia -se comieron mil años de historia en el cumpleaños, pues Valencia fue fundada "ab urbe condita" en el 138 antes de Cristo- efeméride en el que se ideó una frustrada por irrealizable naumaquia en el viejo de cauce.

Así las cosas, pienso que la cultura del PP va a seguir siendo más de lo mismo, la cultura de la caja, de "hacer caja", y del cajón. Lo del cajón lo están leyendo todos los días en este periódico.