Seguramente Eliseu Climent se sintió ayer muy honrado al convertirse en la primera persona ajena al mundo académico que recibe la Medalla d'Honor de la Xarxa Vives, el máximo galardón de esta red de 21 universidades del Mediterráneo, en presencia de todos sus rectores y en un solemne acto celebrado en Vic (Barcelona). Pero, conociendo al incansable activista que fundó Acció Cultural del País Valencià, la editorial Tres i Quatre, el semanario El Temps y la "meca"nacionalistadel Octubre CCC, quizá disfrutó tanto o más oyendo la laudatio que le dedicó su amigo Jordi Pujol. El expresidente de la Generalitat de Catalunya, infatigable cómplice en las iniciativas culturales de Eliseu Climent, definió al lletraferit de Llombai como "un ejemplo de coherencia, de no rendirse, de resistir con capacidad de rehacerse. Un ejemplo de energía, patriotismo, tenacidad y fe" teniendo en cuenta que "el frente del País Valencià" es "especialmente difícil, porque el proceso de fragmentación de la lengua, la cultura y la conciencia nacional ha cogido mucho impulso en el País Valencià". Los "frutos" de su esfuerzo, remató Pujol en su intervención, "formarán parte para siempre del patrimonio de nuestro país, nuestra cultura y nuestra lengua".

En su discurso, Eliseu Climent le devolvió los parabienes en una muestra del fer com fan no és pecat. "Es cierto que nunca quiso que sus acciones pudieran considerarse una interferencia, pero es cierto que también los valencianos siempre hemos tenido, siempre, al presidente Pujol a nuestro lado [...]. "Gràcies, Jordi"", proclamó.

Climent, que ha sido premiado por su destacado papel como "promotor cultural y editor comprometido con la cultura catalana" desde los años 60, hizo una reivindicación de "la generación de la resistencia y de la reconstrucción" valencianista y lanzó una proclama independentista. "Siempre hemos tenido -dijo- una relación conflictiva con Castilla, con la España que Castilla se hizo a medida. Porque los castellanos, tal como nos avisó Cristòfor Despuig, "s'ho beuen tot"" y han hecho "imposible" una España plural. "Nos vemos obligados a buscar otros caminos que nos lleven a cotas más altas de libertad". La vieja máxima de Joan Fuster le sirvió de broche: "O ens recobrem en la nostra unitat, o serem destruïts com a poble".