La grave crisis económica ha afectado de lleno a la mayoría de los puertos deportivos valencianos. Al decenso en el alquiler de amarres se une la caída de socios y, en algunos casos, la precariedad de unas instalaciones obsoletas que necesitan reformas urgentes como en el caso del Club Náutico de Cullera. Ante esta situación, se impone la rebaja de cuotas y el descenso en los precios para atraer nuevos clientes.

LA RIBERA

A la espera del PAI de Manhattan

En el Club Náutico de Cullera han pasado de ser unos 260 socios en 2009 a 220 aproximadamente. Y es que salir un día a navegar con una embarcación a motor puede costar entre 50 y 80 euros, con lo que muchos se lo piensan dos veces. «Si una persona salía en verano 20 o 25 días a navegar, ahora sale la mitad», cuentan desde este club, que mantiene las mismas cuotas porque, junto con lo que pagan las embarcaciones transeúntes, es la única financiación que tienen.

Sí que se han rebajado las cuotas de entrada un 50 % para atraer a nuevos socios, pero esto no compensa la precariedad de las instalaciones, que no se rehabilitan porque se está a la espera de que se construya un nuevo puerto deportivo en el futuro Manhattan de Cullera (PAI de la Bega-Port). Aunque en el club náutico creen que esta nueva infraestructura tardara años en llegar.

Los nuevos socios son de mediana edad (unos 40 años), de clase media-alta, que también se ha visto afectada por la crisis económica. Es difícil atraer a gente joven porque la mayoría quiere tener embarcaciones de vela y el club de Cullera se encuentra a más de un kilómetro de la desembocadura del Xúquer. Fuentes del club explican que «aquí no hay barcos de millonarios, si se hubiera hecho el Manhattan sí, pero con las instalaciones que tenemos…».

LA SAFOR

Gandia: 50 socios menos al año

En el Real Club Náutico de Gandia la mayor consecuencia de la crisis es la reducción del número de socios, a razón de unos 50 cada año, según explicó el gerente de la entidad, Agustín Valls. No obstante, en 2010 se amortiguó la caída. El mayor descenso se produjo en 2009. En la actualidad, el club cuenta con unos 750 socios, al margen de otro centenar fluctuantes. Sin embargo, Valls destacó que pese a la reducción de socios, la dársena sigue llena, a excepción de los meses fuertes del verano, en los que muchos propietarios de amarres salen con sus embarcaciones a otros destinos.

Y es que según el gerente, estos tiempos de crisis se están caracterizando en el náutico gandiense por una mayor rotación de los amarres. Es cierto que cae el número de socios, pero mientras salen unas embarcaciones, «entran otras nuevas». En este sentido, atribuyó este fenómeno a que la recesión ha propiciado también un mercado de embarcaciones de segunda mano con ofertas muy atractivas. Lo que también se aprecia en el club náutico es que la actual situación económica no afecta del mismo modo a todos los bolsillos. De hecho, la gran mayoría de los socios que se dan de baja tienen embarcaciones de esloras pequeñas, hasta 12 metros. En cambio, la crisis económica, señaló el gerente, apenas tiene incidencia en los propietarios de los barcos de mayor eslora.

LA MARINA ALTACambia el perfil del cliente

El negocio de los amarres en la Marina Alta no decae, sino que se transforma. La comarca dispone de unos 3.500 atraques. Sólo en Dénia hay 1.414. La náutica deportiva no declina con la crisis, pero en los clubes náuticos y marinas sí que cambia el perfil de socio y cliente. Desde siempre este sector se ha sostenido en los propietarios de segundas residencias. Ahora algunos de esos propietarios han puesto el atraque a la venta. Pero mientras esos clientes reniegan de la náutica de recreo, crece otra nueva demanda, la de «navegantes» de gran poder adquisitivo. A ese nuevo cliente se le adjudica pasaporte ruso y se le cree potencial comprador de un chalé de lujo. Pero, claro, no busca un amarre normalito para una embarcación de recreo de mediana eslora. Quiere comprar un atraque para su megayate. Ese segmento del mercado náutico existe, ya que las marinas con pantalanes preparados para barcos de más de 40 metros de eslora los tienen ocupados. Además, ahora en el puerto de Dénia la empresa Varadero Port Dénia está construyendo un muelle con ocho amarres para megayates de entre 45 y 60 metros de eslora.

La capital de la Marina Alta ha apostado decididamente por el negocio náutico. Un amarre medio, para una embarcación de 12 metros de eslora, puede costar entre 55.000 y 95.000 euros. Los precios de los atraques no han bajado por la crisis; se mantienen más o menos igual que en los últimos años.

La crisis, eso sí, se ha notado en la paralización de nuevos puertos deportivos o en la ampliación de los existentes. El litoral de la comarca tampoco es que dé para más y los proyectos que se han planteado, sobre todo en Xàbia y Moraira, han despertado rechazo social por su impacto ambiental y paisajístico. También hay puertos que viven una cierta situación de interinidad, como el de Puerto Blanco, en Calp, cuya concesión la Conselleria de Infraestructuras debía haber renovado hace meses. Además del muelle de megayates de Dénia, el único proyecto ahora en marcha es el del puerto de la Fontana, en l'Arenal de Xàbia, cuyo pliego está preparando la conselleria y que obligaría a obras de mejora valoradas en seis millones de euros.

En los clubes náuticos sigue habiendo lista de espera para conseguir un amarre. Es un hecho. Son instituciones de prestigio y viven, por ahora, un tanto ajenas a la crisis. El Real Club Náutico de Dénia, con 594 amarres, tiene una actividad permanente, centrada en las escuelas de vela y en la organización de regatas. Lo mismo ocurre en el Real Club Náutico de Calp y en los clubes náuticos de Xàbia y Moraira.

L'HORTALa gestión de Port Saplaya, en el «limbo» administrativo

Para el puerto deportivo de Port Saplaya, en Alboraia, la crisis económica ha supuesto que su gestión se encuentre actualmente en una especie de «limbo» administrativo. Después de muchos años explotado por el consistorio y por la empresa municipal Egusa, el pasado enero el ayuntamiento renunció a la concesión de este puerto urbano (uno de los dos de este tipo que hay en toda España) por considerar «inasumibles» las condiciones económicas que el propio ayuntamiento había ofrecido.

Y es que el anterior gobierno municipal del PP se había hecho con la concesión eliminando a la competencia al ofrecer una inversión de siete millones y un pago anual a la Generalitat de 200.000 euros en concepto de canon. Pero el nuevo gobierno cuatripartito asegura que no puede hacer frente a este gasto y ofreció un canon de 15.000 euros y una inversión de 3 millones. Por ahora, no ha habido respuesta oficial y la concesión se ha ido renovando mes a mes.

El número de amarres alquilados ha bajado «significativamente» aunque se mantiene entre un 80 y un 90 % de la ocupación. Eso sí, después de 30 años las instalaciones precisan de reformas más o menos urgentes.

VALENCIALa Marina Real congela los precios

El Consorcio Valencia 2007 ha congelado el precio de los alquileres de los cerca de 700 amarres de la Marina Real Juan Carlos I, buscando de esta forma superar la ocupación media del 60 %. Porcentaje que llegó al 85% durante la celebración del Gran Premio de Fórmula 1 del pasado mes de junio. El precio de los amarres oscila entre los 7,5 euros diarios para los barcos de 8 metros de eslora y los 485 euros diarios para los yates de 80 metros. Durante la Fórmula 1, periodo de temporada alta, las tarifas varían entre los 350 a los 27.000 euros por seis días y cinco noches de estancia en el epicentro del Valencia Street Circuit.

La Marina Real (los dos campos de la entrada del canal y la «T» central de grandes yates) suma ya más de 400 barcos, de los cuales 42 están en la «T» central. Los otros cerca de 300 amarres esperan inquilino o una venta.

Canet d’En Berenguer mantiene las tarifas

El Club Náutico de Canet d’En Berenguer goza de buena salud con un aumento en los últimos años del número de socios hasta alcanzar los 700. Las cuotas que pagan y los ingresos por los amarres en alquiler o propiedad son las principales fuentes de financiación del club, que no ha incrementado los precios desde 2003.

El aumento de miembros debe buscarse en los denominados socios deportivos, aquellos que no tienen un amarre, pero sí disfrutan de las instalaciones para navegar en sus piraguas o kayaks, o bien para realizar submarinismo. En estos últimos años no se han registrado bajas significativas en un puerto que nunca ha contado con embarcaciones de lujo.

«El amarre más grande del puerto es para un barco de 12 metros, aquí no hay yates de lujo, la mayoría son barquitas recreativas y de pesca que llevan muchísimos años aquí y que dejarían perder cualquier cosa antes que su amarre», explica el gerente, Pablo Navarro.

Por lo que respecta a las instalaciones, el club renueva constantemente los materiales y aparejos marítimos. Hace poco, incluso ha instalado más cámaras de seguridad para evitar robos después de que sustrajeran un kayak y una barca hinchable.

*Información elaborada por:

Pepi Bohigues, Voro Contreras, Alfons Padilla, J. Parrilla y S. G.