El Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino gastó entre 2010 y 2011 cerca de 1,25 millones de euros (en un principio iban a ser 1,8 millones) para habilitar un trozo de litoral en el término de Massalfassar sin arena ni dotaciones y que sólo parecía atraer a los camioneros de un polígono cercano para estacionar sus vehículos. El Estado aportó 50.000 toneladas de tierra de cantera, habilitó un cordón dunar, instaló vegetación y montó de la nada una zona de recreo y pícnic para hacerla más atractiva a los bañistas. Estas obras, financiadas con el Plan E, terminaron en marzo de 2011 pero a día de hoy aún no han sido recepcionadas y el deterioro que presenta la zona, sobre todo la vegetación y el espacio de recreo, es casi total.

El conflicto ha dejado a la playa de Massalfassar en tierra de nadie. La Dirección general de Costas exige al ayuntamiento que recepcione las obras y que se haga cargo del cuidado de la playa. El consistorio —que nunca estuvo de acuerdo con el plan por la falta de aparcamientos y los problemas en los accesos (sólo se puede llegar por una vía de servicio de un sólo carril)— ya le ha dicho a Costas que el municipio, con sus 2.300 vecinos y sus poco más de 2 millones de euros de presupuesto, no puede hacerse cargo del mantenimiento.

El alcalde en funciones José Vicente Rico (PP) duda incluso de que la conservación de la playa sea competencia de su ayuntamiento. «Las competencias en la costa, en los terrenos de dominio público-terrestre, son del Gobierno. Nosotros ya hablamos con diputación para que sus máquinas se pasen día sí día no y limpien la playa. Pero con nuestro presupuesto no tendríamos suficiente para encargarnos de todo lo demás».

Sin riego y con mobiliario roto

Ese «todo lo demás» incluye la conservación del cordón dunar y de las palmeras que se plantaron durante las obras de regeneración del litoral y cuyo aspecto, año y medio después, denota que no han recibido en todo este tiempo ningún cuidado. Ni siquiera nadie se ha preocupado en desatar las hojas, como si el árbol estuviera por estrenar. Tampoco tiene buen aspecto el resto de la vegetación «acorde al área de influencia marina» que sobrevive tras las dunas. Desde marzo de 2011 las plantas no han recibido más agua que la de la lluvia, ya que al no haberse recepcionado las obras no existe suministro de agua para esta zona del municipio y no funciona el riego por goteo.

Tampoco hay acometidas de agua, por lo que las duchas y lavapiés no funcionan, y gran parte del mobiliario —mesas y bancos de pícnic, papeleras y los paneles explicativos sobre el proyecto y las características del litoral— está roto o tirado en el suelo y rodeado de basura, tal como pudo comprobar ayer este periódico.

«Hace unos meses me presenté en la Dirección general de Costas para explicarles nuestra postura —explica Rico—. Me dijeron que no podían darme una respuesta porque acababa de cambiar el Gobierno y tenían que instalarse».

A preguntas de este periódico, la Delegación del Gobierno insistió ayer en que la obligación del consistorio es recepcionar las obras y pagar el mantenimiento de la playa. El Estado se limitaba a sacar adelante este ambicioso y millonario proyecto y no se responsabiliza de su conservación.