José Vidal, el dueño de la ganadería salmantina El Risco que crió al toro fallecido en Petrés, recibe la noticia por teléfono al hablar con este periódico. Claro que recuerda al animal: «Se llama Brusco, es el número 24 y tiene cinco años», responde de inmediato. Ese toro, y otros de la misma familia, los vendió el pasado invierno a la ganadería de los Chopera. Al oír el relato de lo sucedido, lo primero que pregunta José Vidal es: «Seguro que era falta de agua o de comer algo. Desde que ha salido de la finca hasta que ha llegado a la calle, ¿cuántas horas habrá estado ese animal sin beber ni comer? No he estado allí, pero estoy segurísimo de que ha sido por eso, por el traslado en el camión y la atención en los corrales. Porque el toro es igual que una persona: con el calor que hace, si no tiene agua no hay dios que aguante. Son animales, no máquinas. Si el toro no refresca€ Es que a algunas personas habría que hacerles lo que le habrán hecho a ese toro. Y después protestamos€», lamenta Vidal. Desde la comisión taurina de Petrés, en cambio, aseguran que al toro no le faltó el alimento y la bebida necesaria.

A juicio del ganadero José Vidal, «la culpa la tienen ellos [los que compraron el toro], porque un animal así ha de tener agua permanentemente hasta que salga a la calle. Que no se lo gasten tanto en cerveza y que se lo gasten más en el cuidado del animal. Ellos, la gente que está alrededor del toro, seguro que no pasaron sed. ¡Qué bonito! Seamos conscientes». Además, Vidal pregunta: «Y si el toro estaba mal por la tarde, ¿para qué lo sueltan por la noche? A ellos los tenían que dejar sin beber un día€ ¡Pero cómo son tan brutos! En vez de personas creo que son animales. Los animales piensan más», afirma.