?Quienes han conocido a Isidro Guardia -que usaba el seudónimo Leopoldo Arribas para firmar algunos de sus artículos en prensa desde que las cárceles de Franco le robaron su juventud- reconocen dos rasgos característicos de este veterano militante de la CNT, escritor, exdirectivo de empresas agrícolas en España y una auténtica autoridad como analista del sector citrícola: fue un hombre de profundas convicciones ideológicas y de probada honradez personal. Guardia falleció ayer como consecuencia de una parada cardiorespiratoria rodeado de sus seres queridos en el Hospital General de Valencia, sobre todo de Isadora, su nieta. Sus fuerzas le fallaban en estos últimos meses y le impieron cumplir otra pasión en su última etapa: acudir a la cita semanal con los lectores de la Questió Citrícola de EL MERCANTIL VALENCIANO.

Isidro Guardia Abella (Valencia, 1921) fue un autodidacta. Ante la temprana muerte de su padre, en 1931, comenzó su vida profesional trabajando en la Cervecería París de la capital del Túria porque tuvo que abandonar los estudios para sacar adelante a la familia."Nosotros haremos tu trabajo -le comentó un camarero andaluz- y tú bajas al sótano y te pones a estudiar, así no perderás los estudios. Ya se lo hemos dicho al patrón". Eran camareros afiliados a la CNT. "Eso me hizo sindicalista. Los libros eran de gramática, de historia, de aritmética...", rememoraba este viejo luchador en sus memorias Desde San Miguel. Seguimos en la lucha, publicado por la Universitat de València.

Juventud comprometida

Con apenas 15 años participó en al asalto del cuartel del regimiento de Caballería Lusitania 8, ubicado en la Alameda. También formó parte de la 82 ª Brigada Mixta en el frente de Teruel. "No estudies francés -le espetaba un compañero de milicias posteriormente fusilado-, estudia latín para hablar con San Pedro, porque tú irás al cielo". "Por él, que se llamaba Ángel, puse a mi hijo el mismo nombre", comentaba Guardia. Al concluir el conflicto bélico pasó por el campo de concentración de Utiel y el 15 de junio de 1940 fue detenido por formar parte del comité regional de la CNT como secretario de organización. "En ningún momento de la historia de España se ha encontrado el español medio en más angustioso trance que el actual" . Así arrancaba el manifiesto difundido clandestinamente en España en 1940 y del que en Valencia se repartieron 3.000 octavillas de la Alianza Democrática Española. Ese fue su "delito".

Guardia fue condenado a pena de muerte en noviembre de 1941, junto con otros jóvenes sindicalistas, aunque la sentencia fue conmutada más tarde y, tras pasar nada menos que casi once años en prisión (en San Miguel de los Reyes), fue puesto en libertad en 1950. Estuvo 10 años, 3 meses y 22 días en prisión. De Amparo Cortés Arribas, esposa del veterano militante anarquista, Guardia recordaba: "Era mi novia cuando me detuvieron, pero no quería que se involucrara. Se hacía pasar por mi hermana para venir a verme a la cárcel". Gran aficionado a la lectura, en este corredor de la muerte mejoró sus conocimientos de francés e italiano y estudió contabilidad, lo que fue muy útil para sus posteriores quehaceres profesionales en empresas relacionadas con la actividad naranjera, donde empezó de la mano del profesor e ingeniero agrónomo Eduardo Primo Yúfera.

Viajó por toda Europa y el norte de África, donde comercializó productos para usos citrícolas y aprendió de primera mano la realidad del sector naranjero en toda la cuenca del Mediterráneo. Fue un testigo privilegiado del auge del negocio exportador naranjero de toda España durante varias décadas.

"Fue una persona que sacrificó parte de su vida por conseguir llevar a la práctica los ideales en los que creía. Vivió en una España convulsa, llena de enfrentamiento sociales y personales. Los perdedores, como Isidro, tuvieron que arreglárselas para poder vivir bajo un régimen que excluía a todo aquel que no participaba de sus ideas", recuerda el editor Javier Paniagua en Escritos del silencio, una colección de relatos de Guardia (entonces comenzó a utilizar el seudónimo Leopoldo Arribas) en distintos medios de comunicación de la clandestinidad y del exilio después de la guerra civil española. Guardia tuvo la suficiente inteligencia para salir adelante.

En 1976 quedó entre los diez finalistas del premio Planeta con su novela Saca, que no llegó a publicar por "pedírsele cambios en algunas de sus partes". Buscó otro editor (Gregorio del Toro, de Madrid) y salió a la luz el citado escrito bajo el título Otoño de 1941. Es también autor de Conversaciones sobre el movimiento obrero, un libro de entrevistas con militantes de la CNT, que publicó en 1978. Guardia fue colaborador de publicaciones como el semanario España Libre de Toulouse así como Comunidad Ibérica de México o de Frente libertario de París, entre otros. "La lectura de esos textos nos revela la pervivencia de unas convicciones sostenidas en el tiempo, en la prisión o fuera de ella", recordaba en un reciente artículo el historiador Javier Navarro, de la Universitat de València.

El funeral de Isidro Guardia se celebrará esta mañana a las 9,30 horas en el Cementerio General de Valencia.