Los torpedos italianos que hace 75 años hundieron el petrolero británico «Woodford» en aguas de Castelló, cuya carga de fuel y gasóleo ha empezado a extraer ahora Salvamento Marítimo para evitar un desastre medioambiental, también «alcanzaron» al primer ministro del Reino Unido, el conservador Neville Chamberlain y su política de No Intervención en la Guerra Civil española. El diario «The New York Times» relataba en 1937 que la noticia de la agresión contra el «Woodford» sorprendió al «premier» británico a media tarde del jueves 2 de septiembre en el 10 de Downing Street con su gobierno reunido en gabinete de crisis para abordar la creciente tensión en el Mediterráneo.

En 30 días, 18 mercantes que bajo bandera británica transportaban suministros para la República habían sido atacados por submarinos, barcos y aviones de guerra sin bandera, ni número, ni identificación. Pese al misterio que envolvía a lo que la prensa internacional y El Mercantil Valenciano, la cabecera histórica de este diario, calificaban de «actos de piratería», todas las miradas apuntaban a Roma. Con 48 submarinos de la Regia Marina de Mussolini acosando, desde el estrecho turco de los Dardanelos hasta el de Gibraltar, a cualquier barco sospechoso de comerciar con la España republicana, la idea de Londres de aislar el conflicto español del tablero internacional hacia aguas por todas partes.

El desafío del Duce que obligó a Chamberlain a convocar de urgencia a su Ejecutivo fue el ataque contra el destructor de la Royal Navy, «HMS Havock», ante el Cap de Sant Antoni en la noche del 31 de agosto de 1937 cuando escoltaba a tres mercantes ingleses que se dirigían al puerto de Valencia.

La presencia del «cazasubmarinos» de 335 toneladas y ocho lanzatorpedos de 21 pulgadas garantizaba que el convoy cumplía el acuerdo No Intervención impulsado por el Reino Unido por y Francia en agosto de 1936, por el que los países europeos se comprometían a no vender ni facilitar el acceso a armas y municiones a ninguno de los contendientes.

Sin embargo, el periscopio de un submarino desconocido no quiso dejar pasar la ocasión de tener al «HMS Havock» en el punto de mira. Un despacho de la agencia Associated Press (AP) en el que se daba cuenta del ataque al destructor puso la costa alicantina en el mapa. El teletipo dio la vuelta al mundo al ser reproducido hasta por la prensa australiana, como es el caso del «The Sydney Morning Herald» o «The Argus» de Melbourne.

El «HMS Havock», logró esquivar un torpedo iniciando una rápida maniobra de zigzag y lanzando cargas de profundidad. La crónica añade que los oficiales del destructor aseguran que poco después de estallar las cargas vieron emerger aceite a la superficie, por lo que entienden que habrían dañado a su desconocido atacante. No obstante, el crucero ligero «HMS Galatea» y otros barcos de guerra de la Royal Navy mantuvieron una estrecha vigilancia de varias horas en un radio de 10 o 15 millas sin que ningún sumergible saliera a la superficie. Aunque en un principio se informó de que el submarino había sido hundido, el Foreign Office, el ministerio de Exteriores, nunca lo confirmó.

El avispero mediterráneo

El «News Chronicle», diario británico que desde el principio de la guerra adoptó una postura antifranquista, no dudó en atribuir a Italia la autoría del ataque. Para ello citaba fuentes no oficiales que aseguraba que se habían interceptado recientemente cientos de mensajes cifrados enviados desde Roma a los buques de guerra italianos, «dejando claro que el señor Mussolini tiene la intención de que la guerra alcance al transporte marítimo en el Mediterráneo».

El historiador Antonio Calzado, profesor de la Universitat de València, relata en la obra de 18 tomos «La Guerra Civil en la Comunitat Valenciana» publicada por Levante-EMV, que tras la caída del norte, los únicos puertos que le quedaban a la República eran los del Mediterráneo: «Si se cortaba el suministro soviético al ejército republicano, la guerra tendría sus días contados». «En agosto de 1937, „ añade„ Franco pidió a Mussolini que impidiese a los barcos de la URSS aprovisionar» al gobierno de Valencia.

Dicho y hecho, entre el 6 de agosto y el 2 de septiembre, fueron atacados 30 buques mercantes de diversas nacionalidades, entre ellos los 18 navíos del Reino Unido. «The Manchester Guardian», el diario antecesor del tradicionalmente laborista «The Guardian», en su crónica del hundimiento del «Woodford» narra que «no menos de 80 buques rusos han sido bien interceptados, dañados o hundidos en el Mediterráneo», y que «sólo una pequeña parte de ellos portaban material de guerra».

«Nervios» en Wall Street

El impacto del fallido ataque al «HMS Havock» ante las costas de Xàbia y Dénia, según la información de AP, «desató los nervios en Wall Street», llevando el pesimismo a los mercados y desplomando la bolsa ante la delicada situación internacional en el Mediterráneo.

La primera reacción de Londres tras la agresión a la Royal Navy fue desplegar hasta cinco destructores con base en Gibraltar„ «Hardy», «Hyparion», «Hareware», «Hasty» y el propio «Havock»„entre Alicante y Valencia.

Tras la reunión en Downing Street, que se prolongó durante todo el día y en la que Chamberlain tuvo que mirar por dos veces el mapa de la costa valenciana tras conocer que pocas horas después del ataque a su Armada, otro submarino había hundido al petrolero «Woodford» al norte de las Columbretes, el Almirantazgo ordenó desplazar 9 contratorpederos más a la zona. Pronto tendría 19 destructores en el Mediterráneo occidental, donde llegó a desplegar el 80% de su flota de guerra. Además, Chamberlain dio su brazo a torcer al aceptar la petición de Francia de convocar una conferencia de todos los países ribereños del Mare Nostrum para poner fin a los «actos de piratería». «Mussolini había sobrepasado los límites», cuenta Calzado.

La reunión internacional, que se celebró en Nyon (Suiza) el 13 y 14 de septiembre, y a la que no asistieron ni Italia ni Alemania, se saldó con el acuerdo de París y Londres de movilizar hasta 60 buques de guerra „35 británicos y 25 galos„ para establecer rutas seguras de navegación y «perseguir y hundir» a todo aquel submarino que hostigara a los convoyes que cumplían el pacto de No Intervención.

Además del repliegue de la flota de Mussolini „los ataques no volvieron a recrudecerse hasta enero de 1938 y ya llegarían por el aire desde el gran «portaaviones» italiano en que se convirtieron las Baleares„, la conferencia de Nyon convocada tras los ataques al «HMS Havock» y al «Woodford» en aguas valencianas tuvo otras consecuencias. La más visible fue el aislamiento internacional de Italia, que según Antonio Calzado acabó precipitando el gran pacto del Eje entre Alemania e Italia el 29 de septiembre de 1937. Quedaban menos de dos años para que estallara la II Guerra Mundial.

Los catedráticos de Historia Contemporánea de la Universitat de Barcelona, el emérito Rafael Aracil y Joan Villarroya, autores de «El País Valencià sota les bombes (1936-1939)» contabilizan 64 mercantes neutrales hundidos en el Mediterráneo occidental víctimas del bloqueo de las fuerzas navales y aéreas italianas y alemanas a los puertos de la República. Veinte de estos naufragios tuvieron lugar en los muelles bajo las bombas de la Aviazione Legionaria y de la Legión Cóndor. En 1938, la rada más golpeada fue la de Valencia, con 8 navíos hundidos, el doble que Barcelona.