«La asepsia británica y la incapacidad interesada del Subcomité de No Intervención para hacer cumplir el embargo de armas perjudicaban a la República y beneficiaban al bando rebelde», relata Antonio Calzado en la enciclopedia «La Guerra Civil en la C. Valenciana» de Levante-EMV. El historiador escribe que la No Intervención fue «una farsa» desde el principio. Por un lado, el Gobierno conservador de Chamberlain «dispuso de un eficaz doble juego de declaraciones de neutralidad» mientras, continúa Calzado, tenía «un deseo irrefrenable del triunfo de Franco, tanto por su conservadurismo como por protección de los intereses británicos (el 40 % de las inversiones extranjeras en España». Por otro, añade, tanto Hitler como Mussolini «mantuvieron sin problemas sus suministros de todo tipo (a Franco) mientras ni Francia ni Gran Bretaña presionaban de manera suficiente para impedirlo».

Además, los catedráticos Rafael Aracil y Joan Villarroya destacan en el libro «El País Valencià sota les bombes» que la No Intervención liderada por Londres y París «no impidió que alemanes e italianos atentaran contra el tráfico de armas y carburante para la República procedente de la URSS».