Poco después de las 20.30 horas, una joven hablaba agitada a través de su teléfono móvil cuando se encaminaba hacia la pasarela que separa Gandia de su recinto ferial. «¿Cómo que ha caído la noria?», gritaba. Aceleró el paso y cruzó el puente. Una vez en el parque de Ausiàs March, el espectáculo era dantesco. Un devastador tornado había arrasado, en poco más de un minuto, toda la feria. La noria no había caído, pero se había retorcido y convertido en un amasijo de hierros. Sí que se habían derrumbado, por contra, otras atracciones, como una montaña rusa. Otras muchas aparecían aplastadas por la caída de árboles, arrancados por el viento.

La joven era una miembro más de la enorme familia de la feria que buscaba desesperada a sus allegados. Afortunadamente, pronto pudo comprobar que, al menos, no había habido herido graves.

En apenas un suspiro, el viento se había llevado por delante la feria de atracciones de 2012. «Todo ha sido en un minuto», señalaba apesadumbrado el presidente de la Asociación de Feriantes, José Esteban.

Eran los primeros momentos tras la tragedia. Con el agua por las rodillas, los feriantes iban de un lado a otro desconcertados. Muchos lloraban. Ninguno podía creerlo. Uno de ellos, Miguel, recalcaba que cuando llegó el tornado todas las atracciones estaban cerradas. De lo contrario, la tragedia habría podido ser de dimensiones enormes.

Allí estaba también desde un primer momento el alcalde de Gandia, Arturo Torró, acompañado del concejal de Fiestas, Vicent Gregori. En sus caras se reflejaba aún el susto, pero en ese momento ya eran conocedores de la inexistencia atrapados entre los montones de hierros. En este sentido, el primer edil resaltaba ese lado positivo de lo sucedido.

«Ha sido un tornado», era el comentario más repetido entre los testigos. Con la voz entrecortada por el llanto, una mujer describía cómo había quedado la noria: «Eso es un amasijo de hierros, por Dios; eso no tiene arreglo».

Casi a cada paso se repetían las escenas de histeria. Mientras, los agentes de seguridad alertaban del riesgo que podía suponer la presencia de cableado eléctrico sumergido en el recinto inundado, y pedían a los propietarios de las atracciones que no conectaran nada a la corriente.

La feria de atracciones «se ha acabado», señalaba su presidente. «La mitad está destrozada y sólo desmontar la noria va a llevar varios días», recalcó Esteban.

Pero aunque las estampas más espectaculares del tornado se produjeron en la feria, en otros puntos de la ciudad hubo que lamentar heridos por cortes y contusiones, todos ellos de carácter leve. Y es que en el Prado, uno de los centros neurálgicos de la Fira i Festes, sí que había gente cuando llegó el vendaval, y allí fueron 14 los heridos. Varios árboles cayeron, volaron sillas y mesas y saltó por los aires la carpa instalada para estos días en los que Gandia celebra sus fiestas.

Fueron dos los tornados que sumió a la ciudad en el caos, con calles llenas de árboles caídos y vehículos aplastados. Entrada la noche, el Gobierno local convocó una reunión extraordinaria para analizar la situación ante este desastre.

Desalojos en Oliva e inundaciones en Tavernes y Xeraco

El temporal de agua y viento que azotó ayer casi la totalidad de la Safor, creó numerosos problemas en municipios. En Oliva, el fuerte viento obligó a desalojar el pabellón y la piscina cubierta por precaución, aunque no hubo que lamentar daños ni materiales ni personales. Además, la fuerte lluvia inundó los viales de la N-332, lo que obligaba a los vehículos a circular con mucha precaución y lentitud.

En Tavernes, el agua provocó el corte de varios caminos rurales y en la playa volvió a inundar la avenida de la Marina. El viento arrancó ramas de árboles del casco urbano y provocó la caída de varios contenedores. Todo ello obligó a movilizar a la brigada del ayuntamiento, así como a la policía local, Protección Civil y los servicios de limpieza. Además, hubo varios cortes de luz.

También el municipio y la playa de Xeraco sufrió los efectos del temporal y quedó hanegada en algunas de sus zonas. Algunos bajos tuvieron que achicar agua y el viento arrancó varios árboles y ramas que impactaron contra algunos coches que se encontraban estacionados en la calle, causándoles daños de diversa consideración. t. á. c. gandia