El exconseller Rafael Blasco es un político incombustible que durante muchos años ha ocupado la primera línea de la política valenciana, en la que ahora da un paso atrás, con su inminente dimisión como portavoz del PP en Les Corts Valencianes, para quedar en segundo plano tras su imputación judicial.

Blasco -Alzira (Valencia), 1945- ha dedicado su vida a la política desde su etapa de estudiante, y se ha sabido reinventar desde sus inicios en el PCE y el Frente Revolucionario Antifascista y Patriótico (FRAP), hasta su ingreso en las filas del PSPV-PSOE y finalmente en el Partido Popular.

Como un gato con siete vidas, Blasco ha afrontado durante su carrera política diversos obstáculos ante los que se ha sabido reinventar, y de nuevo, como ya ocurrió en la década de los noventa, los tribunales le llevan a apartarse del primer plano de la política.

Este doctor en Derecho ha ocupado en veintiséis años, y con cuatro presidents de la Generalitat de dos partidos distintos, siete Consellerias tan distintas como la de Presidencia, Obras Públicas, Sanidad, Bienestar Social o Solidaridad, si bien su gestión al frente de esta última es la que ha llevado a su imputación judicial.

Ya se enfrentó a los tribunales en 1989 por el llamado "caso Blasco", cuando era conseller de Obras Públicas, Urbanismo y Transportes del Gobierno socialista de Joan Lerma, originado por la denuncia de una directora general sobre presuntas irregularidades de funcionarios de su departamento en la reclasificación y subasta de unos terrenos.

Lerma le destituyó como conseller y aunque fue absuelto por el Tribunal Superior de Justicia valenciano en 1991 y por el Supremo en 1993, estuvo durante unos años apartados de la política activa, etapa en la que intentó promover una plataforma de partidos nacionalistas que no fructificó.

La llegada en 1995 del popular Eduardo Zaplana a la presidencia del Gobierno valenciano le abrió de nuevo las puertas del Palau de la Generalitat, adonde volvió primero como ideólogo del PP y desde 1999 como conseller, en esa ocasión de Empleo.

Desde entonces y hasta 2011, los sucesivos presidents de la Generalitat -José Luis Olivas y Francisco Camps- le siguieron confiando carteras del Gobierno valenciano, como las de Bienestar Social, Territorio y, finalmente, Solidaridad y Ciudadanía, que desempeñó hasta 2011.

A pesar de tratarse de una cartera de bajo presupuesto, Blasco supo ganarse la proyección mediática con iniciativas como el "compromiso de integración" para los inmigrantes.

La gestión de Blasco ha estado siempre en el punto de mira de la oposición, que en octubre de 2010 llevó ante la Fiscalía la posible existencia de una "trama" para desviar fondos de la cooperación internacional que concedía la Conselleria de Solidaridad, si bien sus peticiones de dimisión o destitución nunca han prosperado.

Camps recurrió a Blasco en plena crisis por el "caso Gürtel" para que dirigiera, además de la Conselleria de Solidaridad, el grupo popular en Les Corts, del que ha sido portavoz desde 2009 y donde ha aplicado medidas como obligar a sus diputados a firmar un contrato programa que evalúa su trabajo o exhibirles la película "Invictus".

Blasco quedó fuera del Gobierno valenciano cuando Camps, tras las autonómicas de 2011, acometió un profundo cambio de consellers, a pesar de lo cual el president modificó la ley de Gobierno para que pudiera acudir a las sesiones del pleno del Consell.

Desde el pasado mes de junio, Blasco vivía en el ostracismo parlamentario, ya que después de que el juzgado considerara que había indicios para imputarle "hechos de naturaleza delictiva" en el "caso cooperación", el president de la Generalitat y líder del PPCV, Alberto Fabra, hizo que cediera sus funciones al viceportavoz del grupo, Rafael Maluenda.

La inminente dimisión de Blasco como portavoz -que no como diputado autonómico- hace que de nuevo se aparte del primer plano de la vida política, aunque habrá que ver si, como el ave fénix, o como el gato al que aún le quedan vidas, renace en el futuro.