Un puñado de arena de la playa del Cabanyal, la Senyera y la bandera tricolor. Este fue el «ligero equipaje» que eligió para su último viaje José Ballester Gozalvo (El Cabanyal, 1893-París, 1970). Ministro de Exteriores «de facto» del Gobierno de la República en el exilio, donde también fue presidente de Izquierda Republicana y de la Liga Española de Derechos Humanos, durante los 31 años que vivió en Francia no dejó de denunciar ante el mundo la tiranía a la que Franco sometía a España, con visitas a Naciones Unidas e incluso con cartas a los presidentes de EE UU y Francia, Eisenhower y De Gaulle, afeándoles su apoyo al dictador.

Pero la intensa vida de Ballester Gozalvo, que con sólo 14 años se convirtió en el gran impulsor y primer presidente del Levante UD, apenas ha dejado huella en su Valencia natal más allá de dar nombre a un instituto público de Secundaria del barrio de Orriols. Los periodistas e investigadores Felip Bens, propietario de la editorial L´Oronella, y José Luis García Nieves, redactor de Levante-EMV, ya sacaron del destierro de la memoria a Ballester Gozalvo, en su enciclopédica historia «granota».

Ahora, Bens y García Nieves, junto con los profesores de la Universitat de València, Francesc Martínez Gallego, José Ignacio Cruz, y el sobrino de Ballester Gozalvo, Vicente Ballester, recuperan la dimensión humana, política y pedagógica de este olvidado republicano con la primera la reedición de la obra «En el destierro» que publicó en Montpellier en febrero de 1945.

«En el destierro», que gracias a L´Oronella se publica por primera vez en España, está impregnado por la inminente victoria aliada en la II Guerra Mundial, y la confianza de que Franco, al igual que Hitler y Mussolini, sería derrocado por los vencedores. Las ilusiones y vivencias del exilio componen este retablo que Ballester Gozalvo dedica a los republicanos españoles, «mis hermanos en el destierro, que lo han preferido a la infamante esclavitud».

El hijo del «Mestre Vicentico»

Los estudios que completan esta reedición son, según Bens, «la punta del iceberg» de la recuperación del legado de Ballester Gozalvo, uno de los 13 hijos que tuvo el «Mestre Vicentico» del Cabanyal, Vicente Ballester Fandos. Licenciado en Magisterio y Doctor en Derecho, Ballester Gozalvo fue en la década de los años 20 catedrático de las Escuelas Normales „donde se formaban los maestros „ de Segovia y Toledo. Allí fue uno de los puntales del movimiento de renovación pedagógica «Escuela nueva», desde «donde defendía con pasión que la educación no debía ser un privilegio, ni un mecanismo de segregación», escribe Cruz, sino permitir «el éxito y la continuidad en los estudios de los más capaces, sin distinción de procedencia social».

En Toledo, además de maestro de maestros ejerció como abogado de los desheredados en juicios laborales. Convertido en el referente del republicanismo de izquierdas en la antigua capital imperial, ganó las elecciones municipales de abril de 1931 que trajeron la II República. Tras seis meses de alcalde de Toledo, dimitió para integrarse en las Misiones Pedagógicas encargadas de modernizar la enseñanza.

Diputado en las Cortes constituyentes de la República, tras el triunfo del Frente Popular en febrero de 1936, fue nombrado director general de Primera Enseñanza. Destacado masón, en 1942 el Tribunal Especial de Represión de la Masonería y el Comunismo lo condenó en rebeldía a 30 años de prisión.

«No contribuya a hacer más amargo el calvario de los españoles»

El 16 de diciembre de 1959, seis días antes de que el presidente de EE UU, Dwight D. Eisenhower, visitara España y con su abrazo a Franco avalará la entrada del régimen franquista en la comunidad internacional, Ballester Gozalvo „como presidente de la Liga Española de Derechos Humanos„ envió una carta a la Casa Blanca en la que pedía a «Ike» que no viniera a España. «Los españoles „se lee en la misiva recuperada por L´Oronella en la reedición de ´En el destierro´„ viven como galeotes. Y la primera mano que usted estrechará cuando aterrice sobre suelo español será la de su tirano, que dejará caer momentáneamente, para que no pueda verlo, el látigo que usa para azotarlos (...) ¡No vaya a España! No contribuya a hacer el calvario de los españoles más amargo. Ya ha hecho usted suficiente (...) con sus repetidos obsequios en dólares que Franco utiliza principalmente para obtener rifles, ametralladoras y cañones que le permiten reforzar su tiranía». r. montaner valencia