La Generalitat ha suprimido las ayudas agroambientales para el cultivo del arroz con las que compensaba a los agricultores/arroceros que renunciaban a quemar la paja del cereal y hacían una gestión sostenible de este recurso e impidiendo también que se pudra en los campos con la humedad, tal como ya ocurre en la actualidad.

Según denunciaba la Unió de Llauradors, el Consell no solo adeuda los importes de las ayudas de 2010 y 2011 sino que ha decidido suprimir una partida de más de 6 millones de euros prevista para este año. Ya sin ayudas, los agricultores no tendrán más opción que volver a quemar la paja con los problemas de contaminación e incluso de salud pública que el humo de la combustión representa para todas las poblaciones del entorno de L’Horta Sud, la Ribera e incluso Valencia, con casi un millón de habitantes.

La desaparición de las subvenciones llega sin que la administración valenciana ni la estatal haya logrado poner en marcha un programa eficaz que dé respuesta al problema de la paja del arroz.

Cientos de arroceros renunciaron a quemar la paja por los problemas de contaminación y las quejas procedentes de las ciudades que rodean el parque natural a cambio de estas ayudas. La solución de un problema trajo sin embargo la aparición de otro mucho peor: la paja abandonada en los campos se podría con la lluvia y la inundación del arrozal generando metano, malos olores y grandes mortandades de peces por falta de oxígeno en el agua.

La desaparición de las ayudas impide avanzar en otras fórmulas de gestión ensayadas tímidamente como el bombeo del agua acumulada en los tancats, el fangueo o la extracción de la paja para su empleo como biomasa o para su adicción al «compost».

Problema cercano

En la actualidad, la descomposición de la paja en el Parque Natural de la Albufera es ya evidente. Los malos olores fruto de la descomposición se extienden por el entorno del lago, donde el agua ha adquirido ya un tono ocre y comienza a escasear el oxígeno, por lo que es probable que pronto se generalicen las mortandades de peces.

Para el próximo 1 de noviembre está prevista la «Perelloná» o llenado de los tancats y las partidas del marjal donde se cultiva el arroz.

«Lo ideal—explicó un experto conocedor del cultivo del cereal en la Albufera— sería dar salida a toda esa agua podrida a través de las golas antes de que el problema se agrave y hacer la ?perelloná? con agua limpia, pero el problema es que no llueve y en el río Júcar no hay agua suficiente, de momento, por lo que no podemos renunciar al caudal que hay ahora en el lago».