El presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, y su antecesor en el cargo, Francisco Camps, celebraron ayer un encuentro privado en un restaurante de Valencia.

Fabra y Camps comieron juntos, 24 horas después de que Rajoy visitara la Comunitat Valenciana y conversara durante hora y media con el jefe del Consell y la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá.

La reunión tuvo lugar a iniciativa del presidente Fabra, quien convocó a su predecesor hace tres o cuatro días, justo antes de que llegara Rajoy, según fuentes oficiales, aunque algunos dirigentes populares especulaban ayer con la posibilidad de que hubiera sido el presidente del Gobierno el que forzara el encuentro.

No es la primera vez que Fabra y Camps se citan tras el relevo en la Generalitat. En el mes mayo quedaron a tomar café en un hotel -el Puerta del Mar-. Entonces, Camps llamó a Fabra para ofrecerle su aval de cara al congreso del PPCV. En el breve encuentro que mantuvieron, Fabra comentó a Camps que pensaba pedir dos auditores del Banco de España para que analizaran la situación de la Generalitat, cosa que no hizo. Fabra se llevó el aval de Camps, aunque el expresidente le tuvo que recordar que se lo dejaba olvidado con las prisas.

Pese a que no trascendió el contenido de la reunión de ayer -que se prolongó durante varias horas-, fuentes del PPCV indicaron que la preocupación por el déficit de financiación y la marginación en las cuentas de 2013 fueron dos de los asuntos que coparon buena parte de la conversación.

Desde el entorno de Presidencia se quiso circunscribir al ámbito privado el encuentro y se señaló que forma parte de la "normalidad" de los contactos que celebra el presidente. Los acontecimientos desde el juicio a Camps por la causa de los trajes están marcados por un más que evidente distanciamiento entre ambos.

El expresidente no se sintió arropado ni política ni personal mente por un Fabra que se instaló en el Palau en julio de 2011 tras la dimisión de Camps. En privado, reprochó la actitud del jefe del Consell durante el juicio de los trajes, al que Fabra no asistió.

El divorcio entre ambos se fue acentuando, además, conforme el nuevo jefe del Consell fue relegando a los colaboradores más estrechos de Camps, comenzando por la entonces vicepresidenta y hoy delegada del Gobierno, Paula Sánchez de León, y acabando por los diputados hoy imputados, en su mayoría fieles a Camps y con altas responsabilidades en su época.