Las variedades de peces comestibles que se crían en la cuenca de Xúquer, entre las que figuran el barbo y la trucha, contienen en su carne blanca residuos de uno de los antiinflamatorios más consumidos en España en los últimos años: el dicoflenaco o Voltarén que se vende sin receta médica en las farmacias.

Una exhaustiva investigación que se ha presentado en la III Conferencia anual Scarce (Conectando tóxicos, factores estresantes y gestión de riesgo en un marco de escasez de agua, en su traducción del inglés) que se celebra en Valencia y a la que asisten 120 científicos de todo el mundo ha desvelado que varias especies de peces que se crían en los ríos Xúquer, Ebro, Llobregat y Gualdaquivir contienen residuos del citado antiinflamatorio que la Unión Europa quiere sumar a la lista de contaminantes en una inminente revisión de tóxicos prioritarios a controlar en las muestras de aguas.

El estudio internacional constata que el Voltarén se encuentra en todas las cuencas hidrográficas mediterráneas y es el fármaco más común en todas ellas. Se trata del primer estudio exhaustivo de campo en peces en España, que es pionero en Europa, ya que hasta ahora los trabajos se habían realizado sólo en laboratorios.

En la elaboración del novedoso informe sobre la presencia de productos farmaceúticos en diferentes especies de peces en ríos mediterráneos han participado los equipos de investigación de Damià Barceló (IDAEA CSIC-ICRA) que ha coordinado el trabajo, Belinda Huerta (ICRA), Anna Jakimska (Universidad de Tecnología de Gdansk, Polonia), Meritxell Gros y Sara Rodriguez-Mozaz (ambas del ICRA).

El estudio ha analizado la presencia de una veintena de fármacos de diversos grupos terapéuticos (antiinflamatorios, antidepresivos, y betabloqueantes, entre otros), y algunos de sus metabolitos en peces como el barbo, la carpa, la anguila y el siluro de los ríos Ebro, Llobregat, Guadalquivir y Xúquer.

Los análisis detectaron nueve de los veinte medicamentos estudiados en los tejidos de los peces, con una frecuencia que osciló entre el 5 y el 20 % de las muestras analizadas.

El coordinador del estudio Damià Barceló ha explicado que las cantidades de estos productos "no son significativas" para el ser humano, por lo que no suponen un peligro para la salud, pero sí influyen en el ecosistema, ya que puede afectar al movimiento y reproducción de estas especies y con ello a la biodiversidad de los ríos.

La extensiva presencia del Voltarén indica que las depuradoras de aguas residuales de las cuatro cuencas hidrográficas mediterráneas no eliminan este medicamento y que los peces que habitan en todos estos ríos pueden acumularlo, lo que apunta a la existencia de riesgos continuos a la exposición a este fármaco en las aguas con efectos negativos a largo plazo.