El Ejército, históricamente machista, con una asesora de género. ¡Si algún generalote levantara la cabeza!

Yo, afortunadamente, ya he conocido un Ejército abierto por completo a las mujeres. No he conocido el Ejército antiguo que me cuentan mis abuelos, donde la mujer estaba en casa y acompañaba a su marido militar a todos sus destinos. A mí, en cambio, este nuevo Ejército me ha abierto sus puertas sin ningún problema, he tenido que pasar las mismas pruebas que mis compañeros, y siempre me he sentido una más.

¿Cómo se vive la igualdad en los cuarteles?

Con normalidad. No nos sentimos una parte rara dentro del colectivo. Los más jóvenes están habituados y lo ven normal; y los generales más mayores a veces no saben cómo tratarte y te sobreprotegen, te tratan con más cuidado. Es al contrario de lo que se puede pensar.

O sea, que si hay discriminación, es positiva.

Exactamente.

¿Cuál es su función como asesora de género?

La OTAN ha iniciado un proceso de incluir un asesor de género en cada uno de sus cuarteles generales, y en el de Bétera yo he sido nombrada responsable del área. El objetivo es concienciar a todo el personal militar de que la perspectiva de género debe integrarse en todos los ejercicios, maniobras y operaciones. Hay que pensar siempre en cómo va a afectar a las mujeres del terreno las operaciones que llevamos a cabo. Igual que cada misión tiene un anexo de logística o de transmisiones, también debe haber uno específico sobre género. Especialmente, en aquellos países cuya religión o cultura asigna un papel muy diferente a la mujer.

Como en Afganistán.

Sí. Yo he impartido un curso de inmersión en la cultura afgana a los militares que iban destinados a Afganistán. Allí se les enseña cómo tratar a la mujer para no perjudicarlas con nuestras acciones. Por ejemplo: no hacerles fotos; no preguntar al hombre cómo están su mujer y sus hijas porque lo ven ofensivo; que los hombres no cacheen a una mujer porque eso la hace caer en desgracia dentro de su familia; no entrar a una casa sin que esté el hombre delante, o que antes de dirigirse a una mujer han de hablar con su marido. Este enfoque cultural dirigido a la mujer es lo que yo transmito durante la preparación de la misión.

Un dilema: cuando siguen esos procedimientos, como dirigirse antes al hombre para poder hablar con la mujer, ¿acaso no están reproduciendo los roles machistas de aquella sociedad?

No, es un respeto a su cultura. Para que las mujeres se sientan libres para hablar con nosotras hemos de seguir sus cauces culturales.

O sea, que es un peaje cultural que hay que pagar.

Sí. Antes, cuando sorprendentemente no se daban estas charlas culturales, entrábamos en los países como elefante en cacharrería con nuestra cultura, y eso echaba para atrás a la población local. En cambio, si vamos a través de los cauces locales obtenemos mejores resultados. En Afganistán, el equipo de enlace femenino habla primero con los ancianos del lugar o con los maridos de las mujeres para poder conversar luego con ellas. Así se les pueden explicar temas de higiene, cuestiones relativas a los niños, qué leyes en favor de las mujeres está aprobando su Gobierno y ellas desconocen por la falta de medios de comunicación en las zonas rurales, etc. Es por su bien y por el de todo el país: las mujeres y las niñas no pueden quedar apartadas de recibir una educación, estar presentes en el Gobierno o tener acceso a la sanidad.

Así ha ganado reputación el Ejército, una de la instituciones mejor valoradas.

¡Y eso que no nos vendemos tan bien como deberíamos! Muchos jóvenes incluso miran el Ejército con la visión que les han contado sus abuelos y te ven como un bicho raro. No nos hemos sabido vender.

La incorporación de la mujer ha ayudado a mejorar esa imagen.

Sí. Esta institución es una de las más igualitarias. Yo no veo a ninguna institución que dé a las mujeres las mismas facilidades que aquí para llegar a los mismos puestos, y está todo por escrito, sin trampa ni cartón.

¿Cree que el Ejército es más igualitario y menos machista que la sociedad en su conjunto?

Sí, puede que el Ejército sea más igualitario que el conjunto de la sociedad.

Cuando el Ejército lo dirija una mujer, ¿qué cambiará?

Seguro que estará más organizado [bromea y ríe]. No, no creo que haya grandes cambios.