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­Ha construido en Faura su casa, su lugar de creación, y en ella recibe a Levante-EMV, en ese espacio donde al abrir las puertas de su balcón escucha una lengua que no es la suya y donde dice sentirse verdaderamente libre. Allí donde ha logrado construir un hogar en perfecta simbiosis entre naturaleza y literatura. Allí donde Fernando Delgado ha sido nombrado esta semana Ciudadano de Honor.

¿Qué aporta Faura a Fernando Delgado, y viceversa?

Es mucho más lo que Faura me aporta a mí que lo que yo haya podido aportar a Faura. En este sentido estoy muy agradecido al reconocimiento porque, entre el debe y el haber, hay muchas cosas más que anotar en el debe.

¿Por qué eligió una localidad de Les Valls para vivir?

En realidad vine aquí buscando el mar, pero con el mar hay que establecer una relación a cierta distancia porque, si se acerca mucho uno a la orilla, hay un momento en que puede ser devastador. Además tiene un efecto corrosivo, de manera que puede ir deteriorando los libros y los objetos. Si a eso le sumamos el efecto melancólico que tiene en invierno, del que resulta difícil sustraerse, considero ideal esta ubicación. Creo que el mar hay que tenerlo a mano, pero a cierta distancia. Yo buscaba el mar como espacio de sosiego y del silencio, como el espacio de mi verdadera patria, en el sentido de que puedo prescindir de las islas donde he nacido, pero no del mar junto al que he nacido. Así que cuando quise buscar el mar desde Madrid, éste para mí era el mar más próximo. Recordé los tiempos en los que alquilé casa en la playa de Almardá para escribir; había visitado Los Valles y veía aquí un lugar equidistante entre el mar y la montaña.

Su casa de Faura se ha convertido en espacio de creación. Aquí ha encontrado su espacio...

En la medida en que yo iba imaginando la casa que quería hacer, dentro de la casa se iba fraguando el sueño. Este sueño me permitió establecer relación con gente que me ayudó a construirlo y tuve la fortuna de encontrar en Faura excelentes profesionales. Gente que no solo hacía bien su trabajo, sino que interpretaba muy bien tus propios deseos.

¿Y su trabajo como periodista no se vio limitado en Faura?

El prodigio de las nuevas tecnologías las convirtió en perfectas aliadas para que no ya el escritor, al que le basta con la meditación y la contemplación del mundo a distancia, sino el periodista, que tiene que estar más en el ruido de la vida, pudiera aquí cumplir su cometido. Hacer mi trabajo en Faura es lo que quizá haya hecho que tenga que explicar varias veces y en distintos foros dónde vivo y porqué vivo aquí.

¿En su observación de la realidad distingue la labor periodística de la del escritor?

En el ámbito periodístico, en el que nunca he dejado de ser un escritor desde el punto de vista formal, soy muy directo y muy combativo. No solo he contado a la gente lo que le pasa a la gente, sino y sobretodo he tratado de reflexionar sobre por qué le pasa lo que le pasa de un modo muy directo. No creo haber sido nunca un periodista tibio, si bien he sido tan radical como respetuoso y educado. En la literatura, he tratado siempre de trascender la realidad inmediata y por supuesto prescindir de todo aquello que envejece como las páginas de un periódico. Me interesa la atmósfera, la emoción y una apuesta por el lenguaje que no dé como resultado una reflexión de fácil caducidad.

En su libro «También la verdad se inventa» parece desdibujar los límites hombre/mujer.

Todas mis novelas abundan en la ambigüedad de la condición humana y de las criaturas en sus relaciones sociales. En mi última novela aparece un problema de identidad. Intento indagar en la relación entre la apariencia de lo que somos, de lo que creemos ser y lo que aparentamos ser.

¿Qué podría aportar al mundo actual la literatura?

La literatura trata siempre de abundar/adundar en la comprensión de la criatura humana con sus perversiones. El lado más oscuro del ser humano no es noticia de anteayer, pero efectivamente hay períodos de la historia en los que se revela la obscenidad del hombre de unos modos muy escandalosos. Hoy asistimos al triunfo de la estulticia y la mediocridad; un mundo con todos los valores morales arrasados por parte de aquellos que dicen al mismo tiempo defender esos valores o se quejan de la pérdida como si fueran asunto de ellos. Nos dibujaron un paraíso, caímos en la trampa y ahora nos acusan de ser culpables de haber mordido la manzana de Eva. Los traficantes de ese tipo de manzanas son los que simulan querer arreglar el mundo. Pero no creo que les queden ya manzanas que vender.

Ante este mundo que dibuja, ¿qué papel le queda al ciudadano?

Estamos pagando los efectos de la condescendencia y la pasividad ante la corrupción. De pronto parece que nos hayamos dado cuenta del fracaso de las instituciones y de la degradación de la democracia. Los delincuentes de alto grado tardan mucho en ingresar en las cárceles o incluso no llegan nunca a ellas. Con frecuencia se pone como pretexto de la falta de cambio a la Constitución o a las leyes; ¡cómo si la Constitución o las leyes no estuvieran para ser cambiadas en función de una sociedad más justa y mejor gestionada!.

Desde su primera novela, «Tachero» hasta «También la verdad se inventa». ¿Cuál es el recorrido?

Mi recorrido parte de la poesía que es un territorio de alta exigencia y un ámbito en el que a veces se puede entrar y otras no. (?) En buena parte he trabajado sobre un mismo mundo y acaso con una misma voz de una manera obsesiva. No ha sido premeditada la obsesión, pero entiendo que para cualquier propósito artístico que verdaderamente lo sea es necesaria la insistencia de una manera obsesiva. Acaso en lo que ahora escribo también sucede lo mismo. En dos novelas tan diferentes como las de un huido al que se da por ahogado que vive con la carga de su propio cadáver encima; o la sencilla historia de un perro que quiere ser niño y un niño que quiere ser perro.

¿Y la poesía?

A la poesía he vuelto recientemente con El pájaro escondido en un museo, un libro de poemas en prosa que inaugura una nueva forma de concebir la poesía por mi parte. En esta línea tengo algunos poemas nuevos que darán lugar a un nuevo libro siempre que la poesía se digne a visitarme.

¿Cómo ve la actualidad de los medios de comunicación?

Los medios no son ajenos no diré ya a la crisis sino también a la forma de generarla y sentirla. Los medios no son solo los periodistas, los peores asalariados tantas veces, también los empresarios, a veces ejemplares u obscenos. Los medios viven su propia crisis, unos con mayor decencia para resolverlo que otros.

Como periodista, ¿qué medio prefiere?

Yo soy muy tradicional en determinados ámbitos. Prefiero lo escrito a lo audiovisual como también me gusta más la tienda de ultramarinos que el supermercado. Sin embargo el medio que me ha dado más y al que más me he entregado a lo largo de mi vida ha sido la radio. Se merece que la quiera más que al papel pero yo tengo un viejo matrimonio con la letra impresa.