Y al tercer día bajaron a escucharla. Dos noches de diciembre con sus tres días han hecho falta para que la recién estrenada consellera de Bienestar Social, Asunción Sánchez Zaplana, que aún no le ha dado tiempo a aparecer en los organigramas oficiales de la web de la Generalitat Valenciana, acuda a hablar con Elvira Murcia, la dependiente que llevaba desde el viernes encadenada al Palau de la Generalitat Valenciana.

La idea de Elvira, que padece la enfermedad de los «huesos de cristal», era permanecer allí hasta que Alberto Fabra o la consellera acudieran a su improvisado «portal de Belén», como lo llamó cariñosamente la dependiente minutos después de salir sonriente del Palau de la Generalitat. Y lo consiguió.

Con los nervios y las emociones a flor de piel, Elvira relató a Levante-EMV el transcurso de la improvisada reunión. Lo que no han conseguido durante meses las protestas de distintas plataformas por la dependencia lo ha conseguido Elvira en tres días: un encuentro para hablar sobre los pagos a los cerca de 28.000 dependientes, que se llevará a cabo la semana que viene, previsiblemente entre el miércoles o el jueves. En dicho encuentro estarán presentes tanto los miembros de la Plataforma de la Dependencia de Valencia que han acompañado a Elvira durante estos días como la propia consellera Sánchez Zaplana y representantes de Hacienda.

Sobre las siete de la tarde, la secretaria autonómica de Bienestar Social acudió hasta donde se encontraba encadenada Elvira para comunicarle que la consellera la esperaba en el edificio de la plaza de Manises. En brazos de Julián, miembro de la plataforma, entró hasta el patio gótico del Palau. Allí, tras más de dos horas de diálogo con la consellera, la secretaria autonómica y la directora general del ramo, consiguió cerrar el compromiso del encuentro, donde se hablará de planes de pagos (establecer una fecha concreta cada mes, «la que quieran», dijo), el estancamiento en la tramitación de expedientes y la situación de los cuidadores, entre otros. Según fuentes de la Generalitat, «se han abierto unos cauces de negociación y diálogo» que no terminan con la reunión de la próxima semana. Por su parte, Elvira declaró que «la consellera ha estado muy atenta, me ha parecido que sabía de lo que hablaba y me ha dado confianza».

«Me muero por coger la cama»

«Estoy muy nerviosa y emocionada. Me muero por ir a mi casa, a ducharme, a cenar como Dios manda, a dormir en mi cama». Así de extenuante se mostró Elvira mientras a la salida de la reunión, sobre las 9 y media de la noche, se disponían a recoger los bártulos que durante estos tres días de hazaña se habían congregado junto a la verja del Palau, incluido un sofá donde descansaba de vez en cuando y una estufa de terraza que le ha permitido pasar las dos noches casi invernales a la intemperie.

Aplausos, coros, sonrisas de complicidad y agradecimientos, muchos agradecimientos. De Elvira con los que la han acompañado y viceversa. La espera, el frío y el cansancio les ha valido la pena.