El teléfono no para de sonarle, su madre ya piensa en enmarcar los periódicos y su hermana entra en casa y le da un fuerte abrazo. Elvira Murcia, encadenada tres días hasta que la recibió la consellera de Bienestar Social, ha logrado su objetivo. ¿Y ahora?

¿Qué lección ha dado?

Que cuando se quiere, se puede. Si tú crees en algo y quieres conseguirlo, se puede conseguir si luchas. No canto victoria, pero he conseguido abrir puertas.

¿Son demasiado dóciles los dependientes y la gente con discapacidad?

No es docilidad, sino miedo a perder lo poco que tienen. Como se sienten desamparados, prefieren no luchar por miedo a perderlo. Eso es un error. Porque uno tiene que luchar por sus derechos y por conseguir más. Si te callas, das opción a que los gobernantes hagan lo que quieran. Ésa es mi forma de pensar.

¿Y por qué no abandonó?

Algunas personas me decían que volviera a casa, que ya estaba bien, por mi salud. Pero yo dije que no, porque creo en lo que hago y cuando di un paso tan grande en pedir apoyo a la ciudadanía, a los colectivos y plataformas, no podía abandonar sin por lo menos intentar conseguirlo. No podía permitirme tirar la toalla. La opinión pública se me hubiera tirado encima.

¿Y siente que hubiera decepcionado a los 28.000 dependientes?

Sí, claro. Y ahora, aunque no me gusta esa palabra, ellos me idolatran, me tienen en un pedestal. Lo que quiero es que cualquier otra persona con discapacidad, más adelante, defienda lo que crea conveniente en sus derechos. Y que no nos paremos por ser discapacitados o por miedo a perder lo que tenemos.

¿A qué se comprometió la consellera en la reunión?

Se comprometió a celebrar una reunión en la que estarán ella misma, el conseller de Hacienda, los representantes de la plataforma de dependientes y yo misma. Hoy [por ayer] me han confirmado que la reunión será este jueves. Eso es lo que ha obtenido, de momento. Ahí habrá mucho que hablar: los impagos, la cuestión de asegurar a los cuidadores, los expedientes parados. Pero lo principal son los impagos. Nos merecemos que nos paguen. Y voy a hacer hincapié para que sea antes del 31 de diciembre.

Usted no aceptó ir a la conselleria y consiguió que la consellera se desplazara al Palau para atenderla. Aparte de los atrasos y los impagos, ¿también había una batalla por la dignidad?

Ésa es la batalla que he ganado, la de la dignidad. Porque yo estaba encadenada en el Palau y la consellera tiene un coche oficial. Lo normal es que viniera ella a recibirme. Y eso, para mí, ha sido una victoria. Porque otro de mis objetivos es aportarles a los políticos un poco de realidad y de conciencia sobre esta situación. Para que nos paguen lo que nos deben. Y si no lo consigo en reuniones, vuelvo donde estaba.

¿A encadenarse? ¿Cuándo?

Si veo que en las reuniones no se avanza nada y las cosas no van por donde deben, yo me encadeno en dos segundos. Pero espero que no sea necesario porque he visto a la consellera con muy buena voluntad y tengo que decir que me ha atendido muy bien.

Hacía frío por las noches...

Uf... ¡Muchísimo! En estos dos días que he dormido a la intemperie he pensado en la gente que vive en la calle y me pregunto cómo pueden hacerlo. Porque yo lo he pasado fatal. Era horrible. Tan mal estaba que, en la noche del sábado al domingo, a las cinco de la madrugada llamé a un amigo, que es la persona que me llevó en brazos hasta el Palau. Le pedí que viniera con el coche porque quería refugiarme, no podía más. Y estuve dos horas y media en su coche.

¿Fue el único momento en que no estuvo encadenada?

Ése, y cuando iba a hacer mis necesidades a los comercios.

Que sea una mujer de 81 centímetros y los "huesos de cristal" la que tenga que conseguir una reunión con la consellera, ¿no dice mucho de esta sociedad?

Pero eso es normal. Cuando uno no vive esta situación, no es consciente de ella. No puede darse cuenta de lo que implica cuidar a un dependiente. No son egoístas, sino personas mal informadas.

Y usted, ¿qué lección saca?

Que aún hay gente con corazón que nos ha prestado estufas o comida. Doy las gracias a todos ellos.