«Tal como prometimos, hemos acabado con la fuga de cerebros, allí se fue el último». Con esta amarga reflexión en formato de chiste „de PAT„ pegada sobre la bata de laboratorio recorrieron ayer el centro de Valencia jóvenes investigadores arrastrando sus maletas para escenificar una dramática salida de España en busca de un futuro más prometedor.

Unos quinientos investigadores becarios y con una larga trayectoria de la Universitat de València, del Centro de Investigación Príncipe Felipe (CIPF), del Instituto de Agroquímica y Tecnología de los Alimentos y del Instituto de Biomedicina de Valencia, ambos del CSIC, se concentraron ayer en la Estación del Norte de Valencia para «subirse al tren de la dignidad» y reivindicar el valor de la ciencia en el desarrollo y progreso del pais. Con su gesto, los científicos reclaman al Gobierno una financiación adecuada que se ajuste a las promesas que se hacen en Bruselas, del 2 % del PIB, y no lo que se plasma después en los presupuestos que no llega ni al 1,3 %.

«Estamos aquí para apoyar la ciencia y contra los recortes que se han hecho; todos reconocemos la crisis y podemos aceptar que haya restricción de salarios, porque yo renuncio a aumentarme el sueldo con tal de que haya trabajo para todos, pero lo que se necesita son proyectos nuevos, innovación y esto es lo que se está cortando», declaró a Levante-EMV la jefa del Laboratorio de Patología Celular del CIPF, Consuelo Guerri, que hace un año destinó los 25.000 euros de un premio para contratar a tres becarios.

Guerri lamentó que el porcentaje dedicado a I+D+I sea «bajísimo» y se reduzca cada año, «porque nos vamos a estancar ahí, y seremos el norte de África si no hay renovación de becas y proyectos».

La Marcha por la Ciencia de Valencia formaba parte de una movilización nacional que fue secundada en Madrid, Barcelona, Granada, Murcia, Santiago de Compostela, Salamanca, Sevilla, Málaga, Oviedo, Gran Canaria, Tenerife y Palma de Mallorca para denunciar que los recortes llevarán a jóvenes y no tan jóvenes investigadores al exilio y acabarán con el tejido científico.

Descalabro político

El director del IBV, Pascual Sanz, declaró que había ido a la estación «para declarar ante la sociedad que necesitamos su apoyo y para hacer ver a los gobernantes que los recortes de los últimos años no son adecuados». «Si hoy no apoyamos la ciencia „agregó„ no tendremos un futuro consolidado para las nuevas generaciones».

Al igual que otros científicos, Sanz reclamó ayer al Gobierno acabar con la sangría que supone la salida de investigadores , «porque es un descalabro político financiar la formación de un investigador para que cuando llegue el momento de retornar su apacidad de trabajo ésta se ceda a otro país que no ha gastado nada en su formación», afirmó.

El bioquímico Ismael Mingarro, de la Universitat, declaró: «la situación «está llegando a unos límites que sobrepasan lo que podemos tolerar económicamente, ya que hay proyectos con financiación en vigor que han sido recortados, lo que genera una incertidumbre atroz». «Nos podemos estar cargando una generación, porque nuestros laboratorios los llevan personas que se están formando y que van a dejar de tener esa posibilidad», añadió.

Ayer se recordó que la financiación pública de la I+D+I ha caído un 31 % en los dos últimos años y un 38,6 % desde 2009, lo que ha ocasionado que muchos científicos hayan tenido que ofrecer sus conocimientos a otros países, como hará Ana López, del Instituto de Biología Molecular y Células de Plantas, que se irá a inglaterra con un contrato de 5 años porque aquí las posibilidades son casi nulas.