A los seis meses del accidente de tráfico en el que un guardarraíl le segó de tajo los dos pies a la altura de los tobillos, se puede decir que David Muñoz el niño de 10 años que ha protagonizado otro «hito quirúrgico» del doctor Cavadas ha vuelto a su casa de Granada andando por su propio pie, tras una primera intervención de reimplante el mismo día de la catastrófica lesión y otras cuatro más para conseguir que pudiera sostenerse por si mismo y caminar con autonomía. «Me encuentro bien, aunque está costándome un poco andar», confesaba a Levante-EMV este pequeño gran héroe de sonrisa casi permanente y una fuerza de voluntad titánica.

Hace mes y medio que David consiguió dar los primeros pasos por si mismo porque prácticamente se puso en pie (con ayuda) días después de la primera intervención, aseguró su padre. Las dificultades de movilidad y sus cinco entradas a una sala de operaciones del hospital de Manises no han afectado a su educación. De hecho, David estudia 5º y con muy buenos resultados para el trajín de vida clínica a la que ha estado sometido desde el 15 de junio que tuvo lugar el fatal accidente en la AP-7, a la altura de Benicarló.

«Puedo andar y puedo subir escaleras», dice con profunda satisfacción el niño que diariamente se entrega a dos horas de rehabilitación para volver a dar sentido a la presencia de sus pies y poder mantenerse erguido. Un fisio acude a diario a su casa, a unos metros del hospital de Manises, donde reside junto con sus padres y hermano desde la traumática amputación y el reimplante.

Con los progresos físicos conseguidos en los últimos meses, David ha reforzado aún más su admiración por el cirujano que ha hecho posible este «milagro», como lo define su madre, Maritrini Jiménez, y se reafirma en lo que dijo cuando supo que había sido él quien el había reimplantado los pies arrancados: «de mayor quiero estudiar cirugía para ser como Cavadas», afirma con los ojos llenos de esperanza en un futuro que contempla como un niño normal y sin limitaciones.

Para llegar a donde ha llegado, solo él sabe lo que ha sufrido, las lágrimas de dolor que ha tenido que masticar y los momentos de abatimiento y dudas. «Esperaba que no pudiera andar, porque me dolían mucho los pies, siempre», asegura a este rotativo. «Lo más complicado fue cuando empecé a levantarme y a dar pasos pero ahora ya he empezado a andar y a subir escaleras».

Optimista y con una fuerza de voluntad extraordinaria, el niño tiene claro cual es su deseo para 2013: «Estar bien y poder salir solo», asegura lleno de convicción, aunque rememore con viveza que en la cama pasó «mucho tiempo de dolor y sin poder moverme». Su madre recuerda las palabras de Cavadas tras la operación: «Nos dijo que en seis meses caminaría y lo ha hecho».

«La primera vez que le ví ponerse de pié me pegué una panzada enorme a llorar, porque verlo cómo ha estado en la cama del hospital y en casa con muchísimo dolor... Y cuando lo ví sin hierros y que se levantaba fue algo increíble, no podía parar de llorar», agregó Maritrini.David se agarra fuerte a las barras paralelas para ayudarse a caminar y aunque avanza en silencio el rictus de su boca muestra el dolor callado de su esfuerzo. Solo se le escapa un ligero ¡ay! cuando ya no puede aguantar más y necesita que el apoyo sea tan firme con él lo es en su voluntad diaria.

Falta una operación de alargamiento de tibia

David Muñoz, el padre del niño a quien el doctor Cavadas le reimplantó los pies amputados el pasado 15 de junio, informó a este periódico que a su hijo todavía le queda una intervención más, el del alargamiento de tibia, que consiste en cortar el hueso y poner un fijador entre los dos extremos para propiciar el crecimiento óseo. El padre explica que al fijador se le da una vuelta diaria para que los huesos, «que son inteligentes» crezcan un milímetro diario. David indicó que su hijo todavía sueña y tiene pesadillas con el accidente.