Cuarenta y ocho mil arrobas de uva. La cosecha en la Vall del Pop no era extraordinaria en los años 60 del siglo pasado. No lo era en números. Pero sí en calidad de la uva. Montaña arriba, en las laderas que suben a Bèrnia, se cultivaba el giró (garnacha). Y en el valle predominaba el moscatel romano o de alejandría. En las casas, los agricultores hacían sus propios vinos y mistelas. El 22 de octubre de 1962, cuando Xaló celebraba sus fiestas de la Verge Pobra, se inauguró una bodega que entonces se describió exageradamente como «suntuaria». La construyó la Cooperativa Sindical de Labradores y Ganaderos. Costó tres millones de pesetas y la cooperativa tuvo que pedir un préstamo de dos millones al Instituto Nacional de Colonización. El resto del dinero lo pusieron los socios, así como la mano de obra.

La bodega suponía una salida económica para la Vall del Pop, que, como toda la comarca de la Marina Alta, no levantaba cabeza tras la crisis de la pasa de principios del siglo XX. La bodega, conocida hasta no hace mucho como cooperativa Verge Pobra, ha cumplido ahora medio siglo.

De las cosechas anuales de 48.000 arrobas de uva (casi 600.000 kilos) se ha pasado, según apunta el responsable de ventas de la bodega, Fernando Fullana, a una media de 2,5 y 3 millones de kilos. De esa producción, alrededor de millón y medio es moscatel. La cooperativa la fundaron 14 socios. Ahora son más de 350. La mayoría proceden de Xaló y Llíber, pero también los hay de Alcalalí, Senija e incluso Benissa.

El éxito de esta bodega no se entiende sin el turismo. «Al poco de inaugurarse empezaron a llegar muchísimos turistas. Xaló ya tenía entonces mucha fama por sus vinos caseros. Desde Benidorm llegaban autobuses repletos de turistas. Entonces toda la venta se realizaba en la tienda», recuerda Fullana.

La tienda todavía tiene hoy mucho tirón. Entre Pascua y principios de octubre, está siempre llena. Los años en los que los extranjeros acudían con garrafas y las llenaban de los toneles quedaron atrás. Ahora se vende sobre todo vino y mistelas embotellados. «En esos años, el vino se vendía a granel. Y era un éxito. Hace 15 años instalamos la embotelladora. Empezamos a embotellar entre 15.000 y 20.000 botellas anuales de vinos jóvenes y mistelas. Ahora ya estamos entre 300.000 y 350.000», indica el responsable de la bodega.

Los clientes que siguen buscando el vino a granel lo tienen fácil. Hay garrafas a la venta. Y cargan. Casi nadie viene aquí a comprar un par de botellas. «Casi el 70 % de nuestros clientes son centroeuropeos, sobre todo franceses y alemanes», indica Fullana.

Una de las claves del éxito de la bodega es la degustación gratuita de todos los productos. Desde el vino más selecto a los que se venden en garrafas de dos litros y medio se pueden probar antes de comprarlos.

«Además, „explica Fullana„ ya exportamos alrededor del 15 % de la producción. Los mejores mercados son Holanda y Estados Unidos y luego vienen Italia, Francia e Inglaterra».

La cooperativa y la bodega se conocieron hasta no hace mucho como Verge Pobre. Ahora se apuesta por el nombre más comercial de Bodegas Xaló. Los tiempos cambian. Sin duda, ésta es la bodega más importante de la Marina Alta. Está dentro de la Ruta del Vino de Alicante y, en la Vall del Pop, se ha convertido, junto al paisaje de viñedos, en la punta de lanza del turismo enológico. El futuro de este valle pasa por atrapar a turistas enamorados del vino y el paisaje. Atrás queda la venta a granel y los autobuses de jubilados extranjeros que exclusivamente pasaban por aquí para probar y comprar vino.

El responsable de ventas de Bodegas Xaló avanza que ya tienen en proyecto crear una sala de catas y trabajar en esa línea del turismo enológico. Desde hace años apuestan por el vino de calidad. «Ha costado cambiar el chip del vino a granel, pero ya lo hemos conseguido», afirma Fullana. Y tanto. Prueba de ello son los premios recibidos por la Mistela Vall de Xaló, el Bahía de Dénia cosecha de 2010, el Malvarrosa Blanco también de 2010 o la Mistela Vall de Xaló Giró.

La tradición ayuda a hacer caldos cada vez mejores. Ahora está triunfando la Mistela de Pansa Riurau. La uva moscatel se deja sobre los cañizos tres días al sol. Es el proceso que se sigue para la pasa, pero sin escaldarla. En tres días, además, los granos no llegan a deshidratarse. Luego se pasan por una prensa de madera y empieza la elaboración de esta peculiar y excelente mistela.

Así, la Marina Alta y, sobre todo, la Vall del Pop se agarran al vino para diversificar la economía. Tienen la historia de su parte. Entre los siglos VI y III antes de Cristo, existió en el Montgó un poblado ibero fortificado con al menos cuatro lagares para la producción del vino. En este yacimiento de Benimaquia se han documentado plataformas para pisar la uva, cubetas para recoger el mosto „se han hallado más de siete mil semillas de uva„ y una estructura para el prensado. Los comerciantes fenicios distribuían el vino de Benimaquia por todo el Mediterráneo. Seguro que hay otras comarcas con más potencia viticultora, pero es difícil encontrar un yacimiento arqueológico en el que la cultura del vino ya estaba tan presente.