En 1984 nació en Morella la Societat Esportiva Espemo y con ella el inicio de una gran afición por la espeleología que llevaría a Jorge Membrado, con apenas 18 años por aquel entonces, a escalar montañas e introducirse en las profundidades de la tierra como una opción de futuro y sin renunciar a sus raíces.

Primero la aventura era tan solo diversión y poco a poco se fue convirtiendo en el día a día. Hoy Jorge Membrado es uno de los mejores formadores de rescatadores de montaña, tanto en paredes verticales como en profundidades. Tiene el récord mundial de profundidad en la cueva de Krubera-Voronya. Ha descendido a más de 2.000 metros de profundidad, y no sólo él, su hi Jordi y su sobrino Marc, con tan sólo 14 y 16 años, también han llegado hasta el centro de la tierra, siendo los más jóvenes del mundo.

Con Jorge como estandarte Morella se convierte periódicamente en base de cursos para bomberos, rescatadores, oficiales de la Guardia Civil de montaña, espeleólogos. Llegan hasta la ciudad para adquirir conocimientos en progresión vertical y en cómo atender emergencias. Gracias a Jorge los parajes más recónditos de la comarca de Els Ports sirven de espacio para las prácticas que realizan estos profesionales.

«Es una profesión apasionante que se puede desarrollar desde Morella, viajando mucho, pero viviendo en esta ciudad». Lo cierto es que Membrado viaja por toda España impartiendo cursos además de los que se han organizado en Morella. El nombre de su ciudad también ha dado la vuelta al mundo en las expediciones en las que ha participado.

En los 80 la Societat Esportiva Espemo unió tres cuevas en Cuba. También fueron morellanos los pioneros en la exploración de cuevas en Papua Nueva Guinea. Y lo mismo sucedió en las primeras expediciones espeleológicas que en 1997 llevaron esta especialidad hasta China. Además las profundidades de Venezuela o Colombia también han visto la cuerdas y linternas de Jorge y sus compañeros. Pero, además, Espemo ha llegado al Aconcagua, el Kilimanjaro, el Airbus o el monte Mckinley.

Y cómo ha influido todo ésto en el día a día morellano. Sin ir más lejos, y en casa, su hijo y su sobrino, llevan camino de convertirse en auténticos especialistas del subsuelo. De hecho ambos forman parte de la selección valenciana y española de espeleología. «Nunca les he impuesto nada, pero al ver que ellos mostraban interés he tratado de facilitárselo todo para que desarrollen sus capacidades», comenta el padre, tío y profesor.

Lo cierto es que Espemo ha sentado cátedra en Morella. «Mucha gente del pueblo nos lo comenta. Ahora los niños ya no van a escalar al castillo sin cuerdas y poniéndose en peligro».

Los que tienen afición, una veintena larga, asisten todas las semanas a las clases que se dan en el rockódromo del polideportivo Jaume I. Desde hace un año un pueblo de 2.800 habitantes tiene formación propia en escalada, montaña y deportes de aventura. «Para mí lo más importante es evitar accidentes por imprudencias, es lo que trato de inculcarles a Marc, a Jordi y a todos los que vienen a clase», asegura. Jorge Membrado, desde la atalaya del castillo, recuerda cómo algunos proyectos han contribuido a reabrir la historia. Fue el caso de la limpieza de los caminos incas en Perú. Fue el proyecto Ukupacha.

Puestos de trabajo

La formación de escaladores y espeleólogos es ahora el día a día de Jorge a través de su empresa, Esportverd. En 1996 surgió la iniciativa vocacional que luego ha sido profesional, dando vida y puestos de trabajo. Para Jorge Membrado, Morella ofrece un marco privilegiado para los deportes de aventura y en contacto con la naturaleza. De hecho, en su faceta profesional con la empresa Esportverd, también se encarga de la señalización de senderos para senderistas o ciclistas. Incluso ha editado libros que recogen los caminos de Els Ports y otras comarcas.

Para este apasionado de la aventura, «lo importante es que quien salga a la montaña lo haga con criterio, sabiendo lo que tiene que hacer en cada momento y situación». De hecho, los alumnos de la escuela de montaña aprenden a cambiar un pinchazo en la bicicleta de montaña o a confeccionar una mochila para salir al monte. «Si van a las rocas del castillo lo harán seguros y no tendremos que lamentar accidentes como los hubo en el pasado», confiesa. En su familia, cuenta, ha encontrado apoyo a sus aventuras y por su cabeza ya rondan nuevas expediciones con las que salir de Morella unos días para volver y poder contar la experiencia.