Un estudio suyo revela que las regiones mediterráneas, incluso si tienen una renta per cápita inferior a la media como la C. Valenciana, transfieren más que las más ricas, Madrid, País Vasco y Navarra.¿Cómo es posible?

El País Vasco y Navarra porque su modelo de financiación les reporta unos ingresos tributarios por encima del resto. Además, y sobre todo, porque los criterios con que se fija el cupo con que contribuyen a los gastos generales del Estado les exime de contribuir a la financiación de la solidaridad en España.

¿Y Madrid?

En ese caso sí es aportador neto de recursos al sistema, pero también absorbe una parte muy importante de los gastos que realiza el Estado, con el consiguiente impacto económico sobre Madrid. También vistoso es el caso de La Rioja o Aragón, mas ricas que la media y aún así reciben transferencias netas. Más en general, las grandes diferencias territoriales en la distribución del gasto estatal completan el mapa de los desequilibrios fiscales territoriales.

La C. Valenciana y Cataluña reclaman la modificación del modelo de financiación para compensar el agravio pero ninguna región quiere renunciar al «estatus quo». ¿Cómo cambiar las reglas de juego? ¿Cómo compensar el desequilibrio?

El modelo de financiación autonómica es incapaz de resolver este problema. Cuando se han efectuado modificaciones parciales, la situación siempre ha regresado al punto de partida, o casi, en unos años. Resolver los problemas de fondo implica, uno, que aporten más las regiones ricas que no aportan o que aportan poco; dos, limitar las aportaciones, especialmente a las regiones que están cerca de la media española, por lo que acaban por encima después de las transferencias; tres, reflexionar sobre si es deseable y sostenible la intensidad de transferencias a las regiones menos ricas; y cuatro, y muy importante, tener en cuenta el efecto sobre el coste real de los servicios públicos de los diferentes niveles de precios, como sí hace de forma natural el sector privado.

Parece una labor compleja.

La lista de tareas es demasiado larga y profunda y afecta a demasiados intereses creados como para que una mera reforma superficial del modelo lo solucione. Y no hay una mayoría política ni social que desee ni esté dispuesta a una reforma a fondo del modelo. Esta situación lleva mucho tiempo produciéndose, y seguirá produciéndose en el futuro previsible.

Cataluña ha pedido un concierto como el vasco para mejorar su financiación pero usted revela que los valencianos están en una situación mucho peor. ¿Hay casos comparables en otros países?

El caso valenciano es espectacular, porque en los países donde se realizan estudios sobre balanzas fiscales de las regiones no existen —en lo que yo conozco— casos comparables de regiones por debajo de la media de riqueza y renta, y que estén sometidas a un déficit fiscal territorial tan intenso. También es espectacular el caso de Baleares: aunque su PIB es algo superior al agregado español, su déficit fiscal no tiene comparación en los países donde se ha estudiado el asunto. Si añadimos el caso de Cataluña, intermedio entre el balear y el valenciano, el sistema en su conjunto no tiene comparación en el mundo que conocemos. Tampoco se produce en otros países que el nivel de riqueza creada y el de déficit fiscal tengan tan poca relación como en España.

Usted señala que la C. Valenciana no debería transferir a otras regiones, de forma que se ahorraría lo que ahora aporta, el 6,4% del PIB. ¿Eso supondría disponer de 6.000 millones al año adicionales en financiación?

El déficit fiscal con el Estado se explica, por una parte, por las deficiencias del sistema de financiación autonómica, pero también existen otros motivos: el gasto del Estado en la región, el excesivo gasto del Estado (según las competencias que retiene), la estructura de los ingresos tributarios del Estado, etc. Desde luego, en el caso valenciano la deficiente financiación explica una buena parte.

Disculpe la exageración: ¿Tener una renta por habitante inferior a la media y ser contribuyente no es propio de una colonia?

El concepto ‘colonia’ tiene unas connotaciones políticas que no vienen al caso. Eso sí, de hecho, es algo muy similar a una extracción colonial de rentas. Uno de los problemas de España como comunidad es que mientras se insiste retóricamente en la igualdad formal entre los españoles, se aplican reglas de equidad diferentes a las regiones. Es como si las regiones del Mediterráneo fuesen menos iguales. Esto tiene un gran y largo poso histórico.

Sin embargo, siempre se ha justificado el reparto de la tarta en criterios técnicos. ¿Están sobredimensionados para llegar al mismo objetivo, primar un determinado concepto de España?

Los criterios técnicos usados para modular el reparto de la financiación autonómica se han decidido siempre una vez decidido el reparto; su función ha sido dar ese resultado. La realidad es tozuda y sencilla: lo que determina las diferencias de coste de los servicios son las diferencias en el nivel de precios de cada región, pues los precios indican lo que nos cuestan realmente las cosas. Hay muy pocas excepciones a esto; quizás la población anciana en sanidad o los niños en edad escolar en educación. En todo lo demás, hay mucha retórica y poca sustancia.

En su libro «España, capital París», dice que la planificación de las infraestructuras no se ha basado en criterios económicos sino de articulación nacional, con la España radial como modelo. ¿La misma idea presidió los sistemas de financiación autonómica?

El patrón de servicio a la idea de construcción nacional se aplica a una gran diversidad de políticas públicas, no sólo a la de infraestructuras. En esta última es más fácil de observar y analizar. Efectivamente, en el sistema de financiación autonómica las estructuras centrales del Estado se ofrecen como garantes de la provisión de un gran nivel de transferencias a regiones de la meseta y del noroeste y, en menor medida relativa, a Andalucía. De este sistema de transferencias no participan las regiones forales y tiene, como subproducto, el mantenimiento de inmensas estructuras de gasto público y de poder de decisión en la capital política, garante de la «igualdad» en la nación.

Marginación con la población

La C. Valenciana llegó a tener un millón de habitantes que no computaban el sistema de financiación. ¿Es razonable?

No. Es un problema compartido con otras regiones, sobre todo Mediterráneas. Dejemos claro primero que también ha habido errores fuertes de los gobiernos regionales. Dicho esto, los problemas que tiene siempre el sistema de financiación para reflejar la población real ayudan a entender por qué las regiones mediterráneas tienen los mayores niveles relativos de deuda pública (en porcentaje de PIB) a la vez que son las que tienen mas déficit fiscal con el Estado. Esto es absurdo y muy perjudicial, y resultado de un modelo de financiación absurdo... claro que con resultados positivos para muchas regiones, porque reciban mucho o porque no contribuyan lo que deberían.

estrategia

¿Habría que buscar una alianza mediterránea para plantar cara a la tesis oficial, el discurso centralista?

Desde luego, la regiones del Mediterráneo tienen problemas económicos comunes: entre ellos, la financiación de los servicios autonómicos, la política de infraestructuras o la insuficiencia de reformas favorables a los sectores exportadores de la economía. Esto podría dar lugar a acuerdos concretos dirigidos a mejorar problemas concretos. Pero no me parece realista pensar en una alianza mediterránea. Porque esto genera muchos anticuerpos y levanta muchas tensiones entre las élites políticas y económicas valencianas, especialmente en aquellas que consideran que tienen mayores posibilidades de promoción de sus intereses si se prioriza la relación con las estructuras político-económicas centrales.