El primer síntoma es una picazón desesperada y el gesto involuntario de rascarse la piel hasta arrancársela. Se llama dermatitis atópica y se caracteriza porque la piel se inflama y se cubre de unas placas rojas con descamación que provocan una picazón insoportable. En los últimos años, los dermatólogos han constatado un aumento de estos brotes en niños.

De hecho, este fue uno de los temas que se han abordado en el primer Simposio Internacional en Avances científicos en dermatología que se celebró en la Fundación Areces de Madrid el pasado viernes. Uno de los 300 especialistas que asistieron a la reunión fue el doctor Antonio Martorell, dermatólogo pediátrico del hospital de Manises.

El facultativo explicó a Levante-EMV que es probable que el aumento de la prevalencia se deba a un descenso de la vitamina D en los menores, provocado por una menor exposición al sol y, en definitiva, "a que los niños salen menos a la calle", precisó.

El doctor Martorell informó que a los menores muy pequeños, de 8 a 10 meses, afectados por la enfermedad la inflamación se localiza sobre las mejillas. A partir de un año se traslada a las caras externas de los brazos y piernas y a partir de los dos años de vida la hinchazón se desplaza a los huecos poplíteos (detrás de las rodillas) y antecubitales (ángulos anterior de los codos).

El aumento de brotes se ha observado tanto en las consultas hospitalarias como en primaria y en estos momentos es la causa más frecuente de las visitas en dermatología pediátrica, junto con la presencia de verrugas que también acompañan a la afectación.

Los niños con esta enfermedad tienen una piel atópica que según definió el especialista, "es una piel rota que facilita la entrada de virus y bacterias que pueden provocar infecciones".

Sin embargo y aunque en las consultas si hay constancia de un mayor número de casos, este aumento no aparece reflejado en los estudios epidemiológicos realizados hasta la fecha. "Es difícil de medir y aunque hay un estudio multicéntrico para conocer los niveles de vitamina D en la población infantil, todavía no hay datos reales".

El mejor tratamiento contra la dermatitis atópica, que también tiene un componente genético, es tomar el sol "en su justa medida", según aconsejó el especialista que indicó que en niños muy blanquitos la exposición debe ser de 10 a 15 minutos y en los más morenitos hasta media hora, "y siempre con protector". La única buena noticia es que el 90 % de los casos revierte en la adolescencia.