El investigador valenciano Rafael Pulido, que durante quince años ha dirigido el laboratorio de Biología Molecular del Cáncer -primero en el Instituto de Investigaciones Citológicas donde entró en 1996 y después en el Centro de Investigación Príncipe Felipe (CIPF) de Valencia- y que fue despedido en el ERE de noviembre de 2011, a pesar de haber conseguido más de medio millón de euros de financiación en tres proyectos, trasladará su trabajo científico al Instituto de Investigación Sanitaria Biocruces, del hospital de Cruces de Bilbao, integrado en el Ikerbasque, la Fundación de Investigación Científica de Euskadi que desde el uno de enero le ha contratado como profesor de investigación.

Pulido podrá retomar en el País Vasco las investigaciones sobre cáncer de mama y supresores tumorales que tuvo que abandonar al ser incluido en el ERE del Príncipe Felipe. El científico, con más de 25 años de experiencia en el laboratorio, reconstruirá en Euskadi el grupo de diez investigadores que tenía en Valencia para continuar con sus trabajos que se vio obligado a interrumpir a la fuerza.

El científico está a la espera de la celebración de dos juicios contra el Centro Príncipe Felipe: uno por disconformidad con el finiquito y otro por considerar que su despido fue improcedente, ya que el artífice del ERE pasó por alto que Pulido era el presidente del Comité de Empresa y para desprenderse de él optó por cerrar su laboratorio, la misma estrategia que usó con otros investigadores principales.

Sin líneas de cáncer en el CIPF

La salida de Pulido y la clausura de otro laboratorio, el de Biología del Cáncer que dirigía Jaime Font de Mora, significó la desaparición de las dos únicas líneas de investigación en cáncer que había en el CIPF.

Rafael Pulido tenía tres proyectos entre manos cuando fue despedido. Uno tenía 40.000 euros de financiación de la Fundación Gent per Gent, duraba tres años y estudiaba la posible relación de las enfermedades neurodegenerativas con el cáncer. El trabajo se interrumpió en el tercer año de ejecución y el científico devolvió 10.000 euros a la entidad financiadora.

El segundo proyecto que el investigador valenciano reanudará en Ikerbasque contaba con 400.000 euros del Ministerio de Ciencia e Innovación. Su grupo había desarrollado varios modelos para estudiar la relación entre las proteínas fosfatasas y el cáncer de mama pero el despido llegó en el tercer año de ejecución, uno antes de obtener los resultados, por lo que quedó inconcluso y tuvo que devolver 80.000 euros.

La tercera investigación estudiaba la eficacia de unos supresores tumorales para conocer si la mutación de una proteína favorecía la aparición del cáncer. Los financiadores eran la Mutua Madrileña y el Ministerio de Ciencia que aportaron 80.000 euros a tres años. Este si pudo finalizarse.

Cuando el ERE se materializó, el CIPF carecía de director científico. Carlos Simón había salido de la institución en septiembre de 2011 y Vicente Felipo, que fue nombrado para sustituirle, no quiso hacerse cargo del centro hasta que no se ejecutaran los despidos que, según indicaron varias fuentes, "fueron un apaño, sin criterios ni rigor" del gerente Pérez Espuelas.

Bien evaluado por la Anep

De hecho, un informe de la Agencia Nacional de Evaluación y Prospección (Anep) que dio un varapalo a varios grupos de investigadores del Centro Príncipe Felipe -entre otros el de Medicina Regenerativa que dirigía el entonces director científico, Carlos Simón- hizo una buena evaluación del grupo de Pulido, aunque a la hora de construir la pirámide de argumentos para despedirle se alegó que su nota había sido mala.

Para conseguir que se fuera, le cerraron el laboratorio y le propusieron que entrara en otro equipo y con menos categoría profesional, lo que rechazó.

Al año y medio del ERE, el investigador recuerda la "manipulación de cifras, datos y variables" que se utilizaron para clausurar trece laboratorios. En aquellos momentos, el científico sintió que su carrera había quedado truncada. "Fue un enorme tristeza sentir que 25 años dedicados a la ciencia se tiraban por la ventana".

Ahora, este hombre de ciencia pondrá su talento, trabajo e intuición al servicio del Gobierno vasco, que ha tenido la visión de contratarle para que organice un equipo competitivo que trabajará en nuevas dianas terapéuticas contra el cáncer de mama, que ya no serán de patente valenciana.