Dependientes, enfermos, médicos, profesores, alumnos, funcionarios. En la manifestación convocada ayer por la tarde en Valencia, todas las «mareas» reivindicativas eran una sola. Decenas de miles de personas, entre 50.000 y 75.000 según los organizadores —12.000 según datos de la Policía Local—, colapsaron el centro de la ciudad para luchar «contra el golpe de los mercados».

La manifestación, que comenzó al filo de las 19 horas, había empezado, en realidad, una hora antes. A las 18 horas estaban convocados en distintos puntos de la ciudad colectivos como Cave-Cova, Cimera Social, grupos del 15M de distintos barrios —los de Saïdia iban los primeros—, la coordinadora de ONG, Ca Revolta, CGT, Bloc Unitari Anticapitalista, ACPV, organizaciones estudiantiles e Intersindical, así como distintos movimientos y plataformas sectoriales. Desde las torres de Quart y las de Serrano la plaza de España y el puente de Aragón marcharon grupos amplios de cientos de personas que confluyeron en la calle Xàtiva y en la Estación del Norte.

Pitos en la Delegación de Gobierno

Desde ahí, el recorrido siguió el habitual del «manifestódromo» oficioso que componen calles como Colón, la Paz, Poeta Querol y Las Barcas, es decir, el centro comercial y financiero de la ciudad. Por el camino, los manifestantes hicieron una parada ante la Delegación de Gobierno en la calle Colón, fuertemente custodiada por dos furgones de la Policía Nacional.

La marcha iba encabezada por una pancarta con el lema «Todas las personas, todas las reivindicaciones, juntas», aunque el lema nacional —hubo marchas en hasta 80 ciudades españolas— era «unidos contra los recortes y por la democracia y contra el golpe de los mercados». Tanto cánticos como «todos los chorizos a la barbacoa» o «Gobierno, dimite, el pueblo no te admite» como pancartas que rezaban mensajes como «Senyor pirotècnic, pot començar la revolució» jalonaron una de las marchas más multitudinarias de los últimos meses en Valencia. «No es una crisis, es el sistema» fue otro de los cánticos más coreados, que muestra a las claras el nivel de indignación de muchos de los manifestantes, que se mostraban «hartos» de la situación actual. A la cabeza de todos ellos iban tres dependientes en silla de ruedas para denunciar la precaria situación de muchos de ellos debido a los impagos de la Generalitat.

Al finalizar la marcha, y ya en la plaza del Ayuntamiento, un extrabajador de RTVV, despedido por el ERE de la televisión pública, fue el encargado de leer el manifiesto con las reivindicaciones de la protesta. Los organizadores denunciaron que la Comunitat Valenciana, después de 18 años de gobierno del PP, «se encuentra en el furgón de cola en cuanto a derechos y libertades», y es «pionera en despilfarro de los presuntos públicos, en propuestas de ocio megalómanas y en una corrupción política sin parangón en Europa».

«Al deterioro de los valores democráticos básicos, debido al aumento sangrante de las desigualdades, se añade una inmensa desconfianza ciudadana hacia las instituciones políticas y económicas valencianas por los numerosos casos de corrupción», añadieron.

El momento actual, según defendieron, «exige unir a todos los que desde hace un año venimos saliendo a las calles y plazas para detener la destrucción de empleo, la producción, los servicios públicos, los derechos de la juventud, de los trabajadores y de los pueblos». Como alternativas y «soluciones» propusieron «justicia social y ambiental, transparencia y democracia participativa» y la «defensa de unos servicios públicos de calidad y universales».

Canciones para la protesta

Los acordes de la revolucionaria «Canción del pueblo», de la versión española del musical «Los miserables», recibieron a los manifestantes en la plaza del Ayuntamiento a través de un sistema de megafonía instalado justo en la entrada a la «jaula» preparada para la «mascletà» en el céntrico enclave. La letra —«tras esta barricada hay un mañana que vivir, si somos esclavos o libres depende de ti»— fue muy aplaudida, así como el «Canto a la libertad» de José Antonio Labordeta o «L’Estaca» de Lluís Llach. En estas dos últimas canciones, de hecho, buena parte de los manifestantes acompañaron los conocidos acordes cuando terminaron los temas.