Conciliar el derecho al descanso con el ocio nocturno es un equilibrio difícil de conseguir y más en una zona turística como la Comunitat Valenciana. La última propuesta que se le ha ocurrido al Partido Popular para acabar con este problema es instalar unos sonómetros en los pubs que tengan denuncias por superar los niveles de ruido permitidos. Estos aparatos contendrían una caja negra en su interior que permitiría comprobar a la Policía Local los niveles sonoros.

La iniciativa, que se debatió ayer en la Comisión de Seguridad y Turismo que los populares valencianos celebraron en Cullera, ya se ha probado con éxito en ciudades como Alicante, según detalló el secretario de Política Territorial del Partido Popular de la Comunitat Valenciana (PPCV) y alcalde de Altea, Miguel Ortiz. El dirigente popular reconoció que "es prácticamente imposible" que "en determinadas épocas del año" la Policía Local pueda atender a la vez todas las quejas de los vecinos. Para solucionar este problema se instalarían unos sonómetros en los locales que tengan denuncias por exceso de ruido, lo que haría "innecesario el traslado de la policía" en cada llamada de un vecino, manifestó Ortiz. Estos sonómetros contienen una "caja negra" que "mide las diferentes puntas de sonido" y graba toda la información, con lo que los niveles sonoros se pueden comprobar periódicamente. Estos aparatos cuestan unos 80 euros.

Preguntado por la posibilidad de aplicar una legislación más permisiva con el ruido nocturno en las ciudades turísticas, Miguel Ortiz defendió que se ha de "buscar un equilibrio entre los turistas que buscan criterios de calidad de vida" y "el ocio nocturno". El problema no es baladí porque, de hecho, el propio alcalde de Cullera y diputado de Turismo, Ernesto Sanjuán, quien ayer estuvo presente en este encuentro, está imputado por presunta prevaricación medioambiental. La Fiscalía de Valencia ha solicitado contra Sanjuán una pena de 2 años y tres meses de prisión y 8 años de inhabilitación para cualquier empleo o cargo público al considerar que permitió que tres pubs de la zona de ocio conocida como la calle Barcelona superasen durante varios años los límites de ruido permitidos.