Los rostros más extremos de la crisis dan la cara por las calles de Valencia, donde ya son dos las personas que esta semana han acampado para iniciar una huelga de hambre aunque por causas diferentes.

Alejandro Serrano se ha quedado sin trabajo y sin casa y denuncia que llevan dos meses sin pagarle las ayudas a pesar de tener 30 años cotizados."Me da vergüenza estar aquí, pero sólo pido lo que es mío", protesta Alejandro acampado en Correos, que inició su huelga de hambre el domingo.

Dolors Carrasquilla lleva encadenada desde el día 6 frente al Palau de la Generalitat en una cabaña improvisada, también en huelga de hambre desde el pasado domingo. Tras 25 años con una infección crónica del hueso que le obliga a pasar la mayor parte del tiempo en cama, le han realizado un total de 35 operaciones en una pierna, ocho de ellas en el último año. En 2009 le concedieron el grado de Gran Invalidez en Cataluña con un 58% de discapacidad, pero al llegar a la Comunitat Valenciana al año siguiente, le rebajaron su condición a "absoluta" gracias a una supuesta "milagrosa mejoría" y en consecuencia le redujeron también 350 euros de su pensión mensual.

Dolors reclamó de nuevo la Gran Invalidez con los informes médicos que certifican su estado, pero afirma que no puede esperar indefinidamente a que le reconozcan su verdadero grado de invalidez: "No pido nada que no me pertenezca" cuenta Dolors. La ayuda que recibe no llega a los 700 euros y con ellos debe mantener a dos hijos además de pagar parte de su medicación, en ocasiones reducida al no poder abarcar todos los gastos. "Esto no es un caso aislado, le está pasando a muchísima más gente" responde Dolors que, a pesar de su cansancio físico, afirma contundente que no se moverá hasta que obtenga soluciones fehacientes a sus peticiones. Mientras tanto, se alimenta del cariño y del apoyo de la gente, en especial de la Asociación de Vecinos de Aldaia y del PSPV, por su implicación y compañía.