Alfredo Puchol, de 53 años, nunca olvidará las Navidades de 2008. Aquel año, la mala fortuna se cegó con él cuando, harto de los continuos robos que estaba sufriendo en su campo de Almenara, hirió con un disparo de perdigón a uno de los ladrones que intentaba perpetrar otro hurto. Por ello fue detenido y todavía hoy vive con el pesar de tener que enfrentarse a un juicio mientras que sobre quienes le dejaron sin cosecha ya no pesa ninguna responsabilidad penal porque, para ellos, el delito ha prescrito. El viernes pasado Puchol fue a su huerto en el que ya solo trabaja una de las tres hectáreas que tiene en cesión. Ese día, con la noticia de la muerte de Cheste en Levante-EMV, se dejaba ver un coche de la Policía Local a a quienes el almenarense les llama «quemagasolinas».

20 denuncias y 60 informes

«La vigilancia no sirve para nada. Se pasean unos días y luego otra vez lo mismo», asegura Alfredo. Y, ciertamente, para él, así ha sido. Cuando ocurrió el fatal suceso, era la tercera vez que le robaban en el mismo día, además de que Puchol llevaba varios meses en los que sufría hurtos dos y tres veces a la semana. Lleva presentadas alrededor de veinte denuncias y más de sesenta informes.

«Me han arruinado la vida», asegura. Después de su detención también le robaron la máquina de fumigar y las alcachofas que tenía ya cargadas en el camión. Ese día perdió mil euros a lo que sumó, al poco tiempo, otros 500 de una valla y otros 3.000 de un motor de riego que le quitaron cuando estuvo convaleciente de una operación de una hernia discal.

«Este año he ganado una media de 400 euros al mes. Es lo único que me queda y sigo trabajando en el campo porque por lo menos me da de comer y no tengo que pedir limosna. Nunca he cobrado paro ni he recibido ninguna ayuda y ahora me veo con que no tengo nada y lo poco que tengo me lo roban», lamenta el agricultor. Alfredo esta buscando trabajo y, aunque le pese, en cuanto encuentre algo, dejará el campo.