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En pruebas por fin. Tras seis años de obras salpicadas de parones, mucha polémica y 215 millones de euros de inversión, la desalinizadora de agua del mar de Torrevieja, la más grande de Europa, ha comenzado durante estos días, tímidamente, a realizar las primeras pruebas de captación de agua, entrada de caudales en la planta y comprobación de todos los sistemas, según confirmó Levante-EMV de fuentes próximas a este proyecto adjudicado a Acciona por el Ministerio de Medio Ambiente. Técnicamente la planta está en "operación con pruebas de funcionamiento". En la primera fase de estas comprobaciones se está verificando el funcionamiento y la puesta a punto de las sofisticadas membranas de ósmosis inversa.

Un proceso especialmente delicado porque el grueso de los equipamientos está instalado, sin utilizarse, desde 2010. Esta desalinizadora, cuando esté operativa al cien por cien, será la segunda más grande del mundo. Está concebida para producir anualmente 80 hectómetros cúbicos de los cuales 40 hectómetros serán destinados a riego y los otros 40 al abastecimiento de municipios tanto de la Región de Murcia como de la provincia de Alicante. La planta tendrá una capacidad para distribuir 240.000 metros cúbicos de agua.

Los 40 hectómetros cúbicos para la agricultura se pondrán a disposición del Sindicato Central de Regantes del Acueducto Tajo-Segura y de otros usuarios. Las grandes infraestructuras de bombeo y conducción necesarias para hacer llegar esas aguas a los puntos de entrega, como el pantano de La Pedrera o el Canal de Cartagena, estaban incluidas en el proyecto y fueron las primeras en concluirse.

A los 215 millones de euros de inversión en la obra que tenía un plazo de ejecución de 22 meses -ampliamente rebasado- hay que sumar otros 82 que percibirá la Unión Temporal de Empresas liderada por Acciona, adjudicataria de la construcción, por la concesión durante 15 años la explotación de la macroplanta. En total 297 millones de euros -cincuenta de ellos aportados por la Unión Europea- en la inversión más importante en una sola actuación realizada en la historia del municipio.

Pese a la confirmación de que la maquinaria se ha puesto en marcha, las interrogantes sobre el futuro inmediato de la planta son muchas. Se desconoce si la desalinizadora podrá comenzar a producir caudales a la red de distribución antes del verano y tampoco está claro si el precio del agua para el riego será asumible para los regantes, aunque las 60.000 hectáreas dependientes del trasvase en la Vega Baja y el Baix Vinalopó no tendrían otra opción de suministro si se confirman las restricciones del nuevo Plan Hidrológico del Tajo.

El proyecto exige una gran demanda de energía eléctrica. La subestación construida para garantizar ese suministro -con otros 7 millones de euros de inversión- no ha sido culminada, aunque está muy avanzada. Las demandas de electricidad necesarias para poner en marcha la planta en sus primeras fases no la hacen necesaria de momento.