13 de mayo de 1958. José Clemente Fayos, natural de Valencia, es el cabo primero de una de las dos escuadras del batallón Guadalajara -perteneciente a la Comunitat Valenciana- que participa en la rendición de Villa Bens, actual Tarfaya. La guerra del Ifni da sus últimos coletazos y Franco ya ha firmado la rendición de sus colonias africanas.

Como primer sub-oficial, Fayos es el encargado de arriar la última bandera de España en Villa Bens, junto al cabo segundo Enrique Roca. Son las 12.30 de la noche. Hassan II -junto a decenas de miles de soldados- lleva esperando cerca de 30 minutos. La tensión se corta con un cuchillo. "Tenía al monarca marroquí a 20 metros y las miradas de sus oficiales eran cada vez más hostiles. Los gritos y amenazas también eranconstantes. Sabía que el primer tiro nos condenaba, éramos muy pocos. Si alguien disparaba, todo estaba perdido", relató ayer José Clemente a Levante-EMV.

Tras treinta minutos de plantón, el comandante y el capitán que debían rendir la plaza aparecieron. El cabo valenciano, que en aquel momento contaba con 23 años de edad, pudo protagonizar entonces el último acto protocolario: arriar la bandera y entregarla a sus superiores. "No los conocía de nada, solo cumplí con mi deber. Lo que sí recuerdo son las lágrimas resbalando por las caras de todos mis compañeros. A nadie le gusta salir por la puerta de atrás y menos tras pasar cinco meses muy duros", explicó ayer el exmilitar nacido en Valencia.

Experiencias traumáticas

La rendición de Villa Bens dejó una huella imborrable en la trayectoria vital de José Clemente Fayos. Sin embargo, no duda a la hora de destacar dos experiencias mucho más duras en su periplo por el Sáhara, dos recuerdos que impregnan su voz de dolor mientras los narra. El primero tuvo lugar el 19 de febrero de 1958. Las guarniciones del batallón Guadalajara corrieron 40 kilómetros entre las dunas del ejército del Sáhara persiguiendo a los "rebeldes". Para ello, solo contaban con un litro de agua, una lata de sardinas, tres galletas, sus armas y unas alpargatas. 40 kilómetros de marcha bajo temperaturas que oscilaban entre los 45 y los 55 grados, en medio de un desierto conocido por su crudeza. "Fue un auténtico infierno, los compañeros caían. Si los adversarios se hubieran dado la vuelta y nos hubieran atacado con piedras nos habrían derrotado. La arena parecía lija, fue demasiado duro", detalló ayer el ex-cabo primero.

A su vez, también rememora una guardia con prisioneros marroquíes. Antes de llegar a tierras norteafricanas, la guarnición de José Clemente Fayos pasó por San Fernando. Les prohibieron salir del recinto militar en el que se encontraban, pero el entonces joven valenciano consiguió escapar con dos compañeros. Al volver, el barco se había marchado. Fayos expuso que "amenazamos al práctico y, al final, conseguimos parar el barco y subir en mar abierto a través de unas escalas. Como era oficial, me llevaron hasta el almirante, que era familiar de Franco. Sólo me preguntó cómo habíamos escapado, le dije que por la puerta". Por esta peripecia, el ex-cabo primero se vio obligado a realizar una guardia durante la guerra. "Fue una experiencia muy desagradable, pasé toda la noche oyendo amenazas de los prisioneros: ¡Españoles, os vamos a degollar!, ¡Vais a morir!", reseñó ayer el ex-soldado.

José Clemente Fayos fue uno más de los jóvenes valencianos que se vio inmerso en la guerra del Ifni. Batalló durante cinco meses, acumulando "piojos y pulgas". En junio de 1958 se licenció y volvió a su ciudad natal para trabajar en la tienda de sus padres.