En las afueras de la periferia del nacionalismo valenciano -ya suburbial en sí mismo- resiste un puñado de románticos infatigables que, medio siglo después de Nosaltres, els valencians, todavía luchan por el independentismo de corte catalanista que teorizó Fuster y cuyo cielo se llama Països Catalans. El verdadero Astérix de esta aldea de irreductibles es Josep Guia. Es el hombre que siempre ha estado ahí. El que en 1974 fundó la primera célula ilegal en suelo valenciano del Partit Socialista d'Alliberament Nacional (PSAN) cuando Franco aún vivía y que, 39 años después, sigue siendo su histórico dirigente, su alma mater. Es el independentista valenciano en mayúsculas, el encargado de apagar la luz -y él nunca lo haría, antes la muerte- si esta ideología marginada y lo que viene después de minoritaria tuviera que bajar la persiana política.

Ahora, a los 66 años, Guia ha entrado en el confesionario. El resultado es el reciente libro-entrevista Josep Guia. L'independentisme complet (Malhivern, 2013), en el que mantiene una conversación de 120 páginas -entre memorialística y actual- con la periodista y escritora Núria Cadenas, a su vez presidenta de Solidaritat Catalana per la Independència y camarada de Josep Guia en el PSAN.

De la confesión no se sale con padrenuestros ni avemarías de penitencia, aunque el pecado sea tan grande para algunos como reivindicar la catalanidad del País Valencià. Pero sí que surge un sacerdote escolapio, el padre Amadeu, como el responsable de enchufar este incombustible motor del independentismo que ha sido Guia. Se lo explica él mismo a Cadenas al rememorar que despertó a la cuestión nacionalista "a los 14 o 15 años", tras dejar su Beneixama natal para afincarse en Valencia y empezar a estudiar en la Escuela Pía. "Allí había un capellà, el pare Amadeu, que nos explicaba cosas de un hombre que había escrito libros importantes, al que querían quemar en una falla y que se llamaba Joan Fuster. O que el Concilio Vaticano II preconizaba hacer la misa en las lenguas vernáculas y que nosotros lo teníamos que solicitar, tal como lo postulaba un manifiesto con 22.000 firmas en favor de la misa en valencianoÉ O que, cuando llegaba el 9 d'Octubre e íbamos a ver la bajada de la senyera y acudíamos al Parterre, al pasar el piquete de soldados que cerraba la comitiva, medio en broma dejaba caer: "Ahora vienen las fuerzas de ocupación"".

La "droga" dura. Aquel pare Amadeu, natural de Algemesí, "fue de los primeros que me hicieron ver la realidad del país y de la lengua" en aquellos años sesenta transformadores, recuerda Josep Guia. Ya con la miel en los labios, el primer chute de verdad le llegó con Manuel Sanchis Guarner. Su padre, farmacéutico municipal de Valencia con casa en la burguesa Gran Via Marqués del Túria de Valencia -que ha heredado Guia- llevó a casa un libro de Sanchis Guarner sobre los valencianos y la lengua autóctona de los siglos XVI, XVII y XVIII. "Lo devoré. Es el primer libro que leí en catalán", recuerda. Luego ya vino la droga dura: Fuster y su Nosaltres, y con él, "la conciencia nacional fuerte" que se alimentaría del antifranquismo.

Para entonces, el veneno independentista ya era demasiado para contenerlo en un solo cuerpo. Así que, acabada la licenciatura de Matemáticas, hecha la mili y casado con la también profesora Maria Conca, marido y mujer entraron en el grupo Nova Germania. Fue su primera incursión política en la clandestinidad. Pero vio que aquel movimiento era demasiado español para su gusto y pronto finiquitó la aventura. Se acercaba el momento de alcanzar el Nirvana del independentismo convencido. Y aquello, más o menos, sucedió en una reunión celebrada en un caserío del Morquí, entre la Vall d'Albaida y la Safor. La reflexión, explica Guia, fue sencilla: "Si somos una cultura, si tenemos una lengua, si somos una nación, ¿cómo es que no hemos de tener derechos políticos para organizarnos como tal?". Y se pusieron manos a la obra.

Su esposa peregrinó a la mítica localidad francesa -o de la Catalunya Nord, para los nostálgicos- de Prada de Conflent, donde se cocía el meollo de la clandestinidad catalanista. Allí, en el curso de 1973-74, entró en contacto con gente del PSAN, que vieron el interés y se desplazaron a Valencia varias veces para hacerles "charlas de captación". Eran sesiones "interminables, pesadísimas", evoca. Pero Guia no se dejó captar, sino que en los días de Fallas de 1974, mientras la comisión del Pilar se llevaba el premio de la Sección Especial y toda Valencia se movía entre la pólvora y los buñuelos, Guia y los suyos alquilaban ex profeso una casa en el Vedat de Torrent y constituían, allí mismo y entre la clandestinidad, la primera célula del PSAN en territorio valenciano. La integraban nombres como Adela Costa, Pep Blasco, Enric Alcorisa, Marisa Puigcerver, Benet Baeza, Francesc Candela, Vicent Soler, Hortènsia Moriones, Mentxu Colomer, Joaquim Mora, etc.

Así empezaba la historia del independentismo catalanista de filiación marxista que ha comandado Guia durante cuatro décadas en tierras valencianas. Desde entonces, afirma, ha sufrido "detenciones, multas y procesamientos, tanto en tiempo de la dictadura, cuando luchábamos por la democracia y la autonomía en el País Valencià, como después".

"Països abandonats". Pero Guia no se queda en el pasado. Sigue siendo un hombre de acción. Por ello, lamenta las "nuevas posiciones contrarias a los Països Catalans". "Al sur -explica-, una política de reconversión valencianista neoblavera de una parte del antiguo catalanismo y, en el Principat, una política de no intervención, de abandono del País Valencià y las Illes a su (mala) suerte española".

Por si no queda claro, Guia precisa que "la tercera vía es un fracaso anunciado" y mete un dedo en la llaga vecina: para conseguir la independencia política, advierte, "es absolutamente insuficiente un nacionalismo valenciano incrustado en la autonomía, como pueda ser Compromís. No diré que sea irrelevante, pero sí insuficiente". Él sí que cree necesario el alumbramiento de una especie de "Compromís" a lo independentista con PSAN, MDT, ERPV y SI. "Hay que ensamblar un referente independentista en el País Valencià, abierto e integrador", dice. Así es Guia, el sempiterno ilusionista forjado en torno a las sotanas del pare Amadeu que se niega a conformarse con el llanto versificado por su pluma satírica: "València, l'agermanada, / València, la dels maulets, / València, republicana, / roja València, on ets?