Quienes las han estudiado más aprecian su papel en los ecosistemas y la plasticidad de su sinuoso movimiento. Pero lo más común es que al ver una serpiente, la reacción de cualquier persona oscile entre el miedo y el pánico. En verano aumenta la frecuencia de los encuentros de los ofidios con humanos y, aunque la experiencia puede ser traumática para ambos, la serpiente tiene más posibilidades de llevarse la peor parte. Porque el miedo visceral que las serpientes despiertan en mucha gente carece de fundamento y, en ciertas ocasiones, provoca la muerte del animal a manos de la persona. En realidad, recuerdan los expertos, no hay demasiado motivo para preocuparse. La mayor parte de las serpientes que habitan en la Comunitat Valenciana son culebras, inofensivas, y sólo el veneno de la víbora hocicuda (Vipera latastei), una especie que rara vez se ve, puede causar algún peligro.

El técnico de la Conselleria de Infraestructuras, Territorio y Medio Ambiente Nacho Lacomba explica a Levante-EMV que el miedo a las serpientes «tiene más que ver con la fantasía que con la realidad». Por su parte, el profesor de la Universitat de València (UV) e investigador del Institut Cavanilles de Biodiversitat i Biologia Evolutiva Enrique Font las define como animales «tímidos». De hecho, Font asegura que «cuando se encuentran un humano y una serpiente, si se pudiera medir el susto, seguro que es mayor el de la serpiente, incluso comparado con el de la persona más histérica del mundo».

La culebra de escalera (Rhinechis scalaris), la culebra bastarda (Malpolon monspessulanus) „que puede llegar a superar los dos metros de longitud„ la culebra de collar (Natrix natrix) o la culebra de agua (Natrix maura) son algunas de las variedades más comunes en la Comunitat Valenciana. Se refugian en agujeros, entre piedras, en oquedades de árboles o incluso entre restos de maderas viejas en fábricas o desvanes. En su dieta se incluyen otros reptiles, pequeños mamíferos como los ratones de campo o pollos de aves, pero no personas.

Más actividad en verano

Pese a que no llegan a hibernar, su actividad se reduce en los meses más fríos del invierno, durante los cuales permanecen escondidas la mayor parte del tiempo. Con la llegada del buen tiempo en primavera y verano, reactivan su ritmo vital, por eso es más habitual encontrárselas en estas fechas. Este fenómeno, señala Enrique Font, se debe a que los reptiles son ectotermos, es decir, su cuerpo no puede generar calor (a diferencia de los mamíferos), sino que lo absorbe del exterior, del sol principalmente. El profesor de la UV asegura que la creencia popular de que los reptiles tienen la sangre fría es errónea. «No es que tengan la sangre fría, es que no generan calor metabólicamente, porque pueden llegar a tener la sangre más caliente que nosotros. En este sentido, son animales muy económicos, casi todo lo que ingieren lo dedican a su crecimiento», amplía Font.

«Al ver una serpiente, lo normal es que ella huya y lo mejor es no molestarla y menos maltratarla», insiste Lacomba. Font reconoce que en algunos países hay que andar con cuidado con las serpientes, «pero en Europa no, en España, menos y en la Comunitat Valenciana, menos aún».

Las picaduras de serpientes, que en todo caso sí se producen (sobre todo en verano) son el resultado de un despiste (sentarse encima de una sin darse cuenta) o de una acción temeraria (sólo atacan cuando se ven amenazadas). En la mayor parte de los casos, sus consecuencias no van más allá del susto. Sólo con las mordeduras de la víbora hocicuda hay que ir rápidamente a un hospital. En el resto de casos, Lacomba recomienda lavar la zona afectada y, si se hincha o se enrojece, acudir a un centro sanitario ya que, al ser animales silvestres, pueden tener gérmenes en los colmillos.

Especies protegidas

El técnico de la conselleria lamenta que algunos conductores intenten atropellar a las serpientes al verlas por la carretera o que ciertos agricultores se congratulen por matar con la azada a las que ven en el campo, algo que atribuye a que son animales «muy mal vistos».

Para Lacomba, «deben respetarse» las serpientes porque «cualquier forma de vida tiene valor en sí misma» y así se protege la biodiversidad. Font también destaca el papel de las serpientes en el control de determinadas plagas. Además, tanto Lacomba como Font recuerdan que las serpientes están protegidas por ley.